Avatar: 10 veces que Aang actuó con más de 12 años

Como protagonista de Avatar: The Last Airbender, Aang es naturalmente el centro de la historia, pero no siempre aprecia la cascada de atención que recibe como Avatar. De hecho, a menudo se comporta como un niño de doce años. En su defensa, sus acciones son completamente comprensibles dado que esa es exactamente su edad.

Por otra parte, su destino y su responsabilidad han sido cargas pesadas para llevar sobre hombros tan jóvenes. Sin embargo, Aang se las arregla para cumplir con su deber hacia el mundo con un sentido de madurez e iluminación que avergüenza a la mayoría de los adultos. También hay que señalar que la evolución final de Aang hasta convertirse en un Avatar de pleno derecho nunca habría sido posible sin el constante apoyo físico y emocional de sus amigos y aliados.

Aang cumple todos los aspectos de su educación como Nómada del Aire con un nivel de dedicación muy superior a su edad. No cede a la tentación, y siempre que se desvía del camino de la rectitud, encuentra la fuerza para volver a él.

Avatar: 10 veces que Aang actuó fuera del personaje

Avatar: 10 veces en las que Aang actuó a su edad (y sufrió por ello)

Aang atesora la vida en todas sus formas, tratando a todo, desde el más pequeño insecto hasta el mayor de los dragones, con igual cariño. Lo más importante es que aprende a dejar de lado tradiciones centenarias y se adapta a su nuevo mundo, por muy difícil que le resulte.

La noción de "paz mundial" es a menudo utilizada en los concursos de belleza y en las cumbres mundiales en el mundo real, pero Aang realmente logra restaurar la armonía en un mundo que había sido desequilibrado.

Trabajando junto con el Señor del Fuego Zuko y el Rey de la Tierra Kuei, el Avatar reconfigura las fronteras políticas del Reino de la Tierra, formando finalmente la soberana República Unida de Naciones. La diplomacia política de Aang es asombrosamente astuta para su edad.

El Equipo Avatar transporta a las tribus Zhang y Gan jin a través del cañón de la Gran División, pero Sokka y Katara fracasan en su misión de permanecer imparciales.

Las dos facciones enfrentadas vuelven a las hostilidades incluso después de su batalla combinada contra los reptantes del cañón, hasta que Aang calma su animosidad revelando la verdadera historia de Wei Jin y Jin Wei. Sin embargo, el Avatar afirma astutamente que toda la historia fue inventada. Aang sabe perfectamente cómo se pueden tergiversar las anécdotas antiguas para convertirlas en algo mucho más peligroso.

Aang no pierde su sentido infantil de la aventura y el asombro a lo largo de la historia, pero está claro que sufre un inmenso trauma emocional y culpa por haber "abandonado" el mundo hace un siglo.

Le resulta muy difícil perdonarse a sí mismo por haber permitido que la Guerra de los Cien Años comenzara y se extendiera como un reguero de pólvora, demostrando una conciencia de las consecuencias de la que la mayoría de los niños son simplemente incapaces.

Aunque Aang nunca llega a superar su irresponsabilidad del pasado, recupera su propósito cuando sus nuevos amigos son arrojados a las enormes fauces del peligro. Sokka, Katara, Appa y Aang son arrastrados bajo el mar embravecido durante "La tormenta", una situación potencialmente fatal de la que Aang sale victorioso.

Activa el Estado Avatar y salva a todos de ahogarse mediante el Airbending de una burbuja de aire dentro del agua. Aang no pierde los nervios esta vez, demostrando que ha crecido significativamente.

El Equipo Avatar acepta a regañadientes a Zuko como su último miembro, tras lo cual él y Aang se dirigen a las ruinas de los Guerreros del Sol para localizar la "fuente del Fuego-Control".

El Avatar se da cuenta de que su camino hacia adelante sólo puede desbloquearse imitando una serie de estatuas, ayudando a su nuevo amigo a realizar la Danza del Dragón en dos ocasiones distintas. Sin Aang, Zuko nunca se habría dado cuenta de la vibrante naturaleza del Fuego-Control.

El Rey de Omashu, como se denomina inicialmente a Bumi, ordena a Aang que pase por una serie de pruebas para salvar a Katara y Sokka del cristal de jennamita rastrero. Las dos primeras tareas son relativamente sencillas, pero la tercera obliga al Avatar a superar sus límites por encima de sus propias expectativas.

Aunque Bumi está satisfecho, también pide a Aang que adivine su nombre, que es cuando se revela su verdadera identidad al público. El hecho de que Aang sea capaz de identificar al anciano enjuto como su querido amigo de la infancia es bastante impresionante.

El Equipo Avatar se encuentra con un pequeño pueblo del Reino de la Tierra que celebra un festival en el que se incendian enormes efigies de Aang, Roku y Kyoshi. Aang, comprensiblemente, se siente molesto por el suceso y se encarga de demostrar su genuina naturaleza a los lugareños.

Acepta el dictado del alcalde Tong, pero su juicio se revela rápidamente como una farsa, y su destino está casi sellado cuando el Avatar Kyoshi se manifiesta a través de él y reconoce su papel en la muerte de Chin el Conquistador. Afortunadamente, el Equipo Avatar salva a la aldea de un ataque de los Rough Rhinos y se gana su gracia.

Puede que a Aang le fascinen en exceso los empeños infantiles, como montar en animales exóticos y realizar trucos de Aerocontrol para impresionar a sus fans, pero es muy evidente que el joven Avatar es considerablemente más maduro que sus predecesores en lo que respecta a la pena capital.

Roku, Kyoshi, Kuruk e incluso Yangchen insinúan que la única opción de Aang es acabar con la vida de Ozai, pero éste se niega a sacrificar su moral y resuelve el problema de una forma única.

Aang se encuentra con su último oponente el día del Cometa de Sozin. Le ruega a Ozai que se retire y cese todas las hostilidades inmediatamente, sólo para ser rechazado arrogantemente por un supuesto Rey Fénix borracho de su propio poder.

Ozai se burla del Avatar, llamándolo débil y endeble, pero Aang no toma represalias, aunque técnicamente podría haber acabado con la vida de su enemigo redirigiendo un rayo hacia Ozai. Afortunadamente para Aang, sus chakras se reajustan accidentalmente, permitiéndole usar la energía-control para destruir el fuego-control de Ozai de una vez por todas.