Crítica de The Defenders: ¿Es el gran error de Marvel?
Crítica de The Defenders: ¿Es el gran error de Marvel?
Pues tendremos que esperar a que llegue The Punisher para disfrutar de una serie trepidante y que se tome un poco más en serio. O con algo más de cariño y tacto. El caso es que tras Daredevil, Jessica Jones, Iron Fist y Luke Cage, la esperada reunión de los vigilantes de La Cocina del Infierno, Los Defensores, es otra demostración de la palpable desconocimiento o la directa huida del sentido de la maravilla y la diversión.
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Los Defensores cae en los mismos errores de las grandes producciones superheróicas de aquellos que no aprendieron la lección en su momento.
Cuando Bryan Singer estrenó su primera película de los X-Men, allá por el ya lejano año 2000, una de las bromas más recordadas fue la ausencia de licra amarilla en la piel de Lobezno. La actitud era la equivocada, no nos equivoquemos: si queríamos ver a Logan a pleno rendimiento teníamos un montón de uniformes coloridos disponibles, pero los responsables de la saga decidieron que, como mucho, veríamos al Lobezno con camiseta de tirantes. Y punto.
Resulta increíble y descorazonador que casi veinte años después, los responsables de aportar frescura y diversión Marvel, en este caso en las pantallas de Netflix, se acojan a ese fundamento y, lo que es peor, a la misma broma: ¿En serio, maldito Daredevil, te vas a poner un trajecito?
Si en Iron Fist, un producto casi peor que Luke Cage, no había ni rastro del uniforme oficial de trabajo de Danny Rand, tampoco lo tendremos en la nueva serie que une las cuatro licencias que de momento se han emitido en Netflix.
Algo va mal en casa Marvel
Cuando lo más destacado de una serie de solo ocho episodios que deberían ser una fiesta de personajes propios son secundarios como Sigourney Weaver o lo que se viene tras los créditos del último episodio, un avance de otra serie protagonizada por otro personaje, algo no se está haciendo bien. Empezando por algo tan básico como la estética. Si las cuatro series protagonizadas por los personajes tienen su atmósfera visual particular, Los Defensores tiene esos cuatro tonos en las secuencias aisladas de los personajes, que confluyen en una amalgama de tonos cuando todos están juntos.
Si a eso añadimos que la marca de la casa no es más que la enésima pelea en un pasillo que ya vimos cien veces, de Old Boy a The Raid sin olvidarnos de Daredevil en DOS OCASIONES, se aprecia cierta dejadez en el resultado final.
Además, ya que el único uniforme oficial que hemos visto pertenece al diablo rojo de noche abogado de día Matt “Daredevil” Murdock, aún molesta más el detalle de ver que también él sale a cara descubierta mientras se deja puesto el resto el uniforme. Es decir, todo lo que nos crispaba de otras producciones, en este caso cinematográficas, sigue sin arreglarse.
¿Seguimos esperando?
Esa es la gran pregunta: ¿tendremos paciencia para abrazar la serie de The Punisher (El Castigador) como merece? ¿Merecerá ese abrazo? En teoría lo tienen fácil: no hay disfraces, solo violencia y un tono rocoso y adulto que debe poner en orden un universo que empieza a resultar cansino, monótono y tan inútil com poco necesario.
Por favor, Frank Castle, pon un poco de orden en esta santa casa, que nosotros empezamos a estar un poco cansados.