Disco viejuno: Hoy, 'The Beatles' (AKA 'The White Album')

Elegir un disco de los Beatles es como elegir entre uno de tus hijos, eso lo sabemos todos, pero aun así nos parece totalmente necesario reivindicar esta maravilla por muchísimas razones que se adaptan totalmente a la línea editorial de Cultture.

En primer lugar, porque sabéis lo mucho que nos gusta el eclecticismo y el mezcle de churras con merinas, y no hay disco más entrópico que el Álbum Blanco. Desde nanas como Good Night a cancioncillas irónicas como Piggies, pasando por canciones con tintes western como The continuing ballad of Bungalow Bill, este disco es simplemente inclasificable.

La causa de este follón temático se puede explicar rápidamente. En primer lugar, este álbum comenzó a gestarse en el viaje que los cuatro fantásticos de Liverpool hicieron a Rishikesh, en la India, para empaparse de las enseñanzas del Maharishi Mahesh Yogi y, allí, influenciados por el clima y por otros músicos como Donovan, compusieron canciones como Sexy Sadie (dedicada al propio Maharishi), I will (balada romanticona de McCartney) o Dear Prudence (escrita para la hermana de Mia Farrow).



Además, por aquella época, en 1968, los Beatles ya eran, más que un grupo, cuatro músicos que juntaban sus canciones y las vendían como un todo, a pesar de los Yoko Ono haters, por eso podemos ver claramente el estilo que cada uno de ellos desarrollaría en solitario (Lennon rockero y reivindicativo, Ringo más infantil, George espiritual, McCartney especialista en melodías...).

Por ello, aunque algunas canciones puedan omitirse tranquilamente (la Yokonada de Revolution 9, por ejemplo), este álbum contiene maravillas del calibre de I'm so tired, Helter Skelter (dedicada a todos los que piensan que Paul sólo hacía canciones ñoñas), While my guitar gently weeps o Savoy Truffle, por sólo mencionar cuatro de las 20 obras maestras que contiene este doble LP.

Por ésto y mucho más, hazte un favor y (re)escúchate esta maravilla de la música rock.