El juego del calamar: 5 muertes más tristes (y 5 que no lo fueron)

En el thriller de supervivencia coreano Squid Game, los espectadores conocen a muchos personajes de diferentes orígenes. Cada uno de ellos se une al Squid Game para intentar mejorar su situación económica o la de su familia. Algunos se unen porque no les queda nada en la vida.

La serie pone de relieve las disparidades socioeconómicas y de clase de la sociedad coreana, pero también se centra en gran medida en los personajes y las circunstancias que les llevan al juego. A medida que los personajes navegan por el juego mortal, los espectadores se involucran en sus vidas. Aunque algunas muertes de personajes fueron algunos de los momentos más tristes de la serie, hay otras que no emocionaron tanto a los espectadores.

Advertencia: El siguiente artículo contiene spoilers de El juego del calamar de Netflix

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Il-Nam y Gi-Hun entablan una amistad casi inmediatamente después de entrar en el juego. Il-Nam revela que tiene un tumor cerebral y sabe que no le queda mucho tiempo. Tal vez esta confesión le haga ganarse la simpatía de Gi-Hun.

Debido a su edad, Il-Nam no es la primera elección de nadie como compañero de juego, pero Gi-Hun siempre le elige. En el juego de las canicas, esa amistad da sus frutos cuando Il-Nam le da a Gi-Hun su última canica para que pueda ganar el juego. Es un momento muy triste ver a Gi-Hun alejarse sabiendo que su amigo está a punto de morir.

El jugador 244, o "el religioso", es un personaje secundario que no se presenta al espectador hasta la tercera partida, la escena del tira y afloja. Inmediatamente molesta al personaje de Ji-Yeong con sus oraciones y sus creencias religiosas.

Durante la partida de Stepping Stones, el religioso se pone de rodillas y comienza a rezar, paralizando el juego. A medida que el reloj avanza, los jugadores se desesperan y uno de ellos le empuja a la muerte. Ni que decir tiene que no se echa de menos a su personaje.

Antes de que los jugadores sepan cuál será el cuarto juego, se les dice que elijan una pareja. Como son mujeres y se las considera débiles, nadie elige a Ji-Yeong ni a Sae-Byeok. Las dos se emparejan y Ji-Yeong le dice a Sae-Byeok que se asegurará de que gane.

En lugar de lanzarse al juego, Ji-Yeong y Sae-Byeok hablan de sus vidas entre ellos. Cuando finalmente llega el momento de jugar, Ji-Yeong deja caer su canica en su turno, dejando que Sae-Byeok gane. Ella le dice que la persona que tiene una vida esperándole después del juego debe ser la que salga. La muerte de Ji-Yeong es posiblemente la más triste de toda la serie.

Desde el principio, Deok-Su destaca como el villano entre los jugadores. Asesina a un jugador al principio de la partida y, tras ver de lo que era capaz, gobierna su equipo con miedo. Sin embargo, una persona que no le teme es Mi-Nyeo.

Durante un tiempo, los dos son compañeros de equipo, pero cuando Deok-Su la traiciona, Mi-Nyeo promete matarlo. En la quinta partida, Mi-Nyeo cumple su promesa y se carga a Deok-Su en el puente de cristal.

Sae-Byeok es un personaje al que todos quieren ver triunfar. Después de escuchar su historia y de darse cuenta de que necesita el dinero para reunir a su familia, los espectadores la animan con la esperanza de que llegue al final del juego.

Sin embargo, en la quinta partida, Sae-Byeok resulta gravemente herida. Gi-Hun intenta pedir ayuda a los enmascarados, y mientras está de espaldas, Sang-Woo la mata. Cuando Gi-Hun se da cuenta de que está muerta, la abraza y llora.

Byeong-gi es un médico y otro jugador del juego. Junto a unos guardias corruptos, Byeong-gi ayuda en una operación de extracción de órganos a cambio de información sobre los próximos juegos.

Cuando el líder descubre que el doctor ha estado recibiendo pistas de los guardias y esencialmente haciendo trampa, ejecuta a Byeong-gi y a los guardias y los cuelga para que los demás jugadores los vean. Se supone que el Juego del Calamar es un campo de juego justo, y el doctor no estaba jugando limpio, así que fue castigado.

Ali es uno de los jugadores que entran en el juego para ganar dinero y ayudar a sus familias. Tiene una esposa y un hijo pequeño en casa a los que despide con la promesa de reunirse con ellos. A Ali le va bastante bien en el juego hasta que se empareja con Sang-Woo.

Aunque Ali no está familiarizado con los juegos infantiles coreanos, tiene una racha de suerte en las canicas contra Sang-Woo. Sin embargo, Sang-Woo, con su astuta inteligencia, engaña a Ali para que, sin saberlo, le dé todas sus canicas. Cuando Ali se da cuenta de que le han engañado, ya hay un hombre enmascarado detrás de él.

Sang-Woo es un personaje cuya moralidad cambia drásticamente a lo largo de su participación en el Juego del Calamar. El primer indicio de su declive moral llega cuando no advierte a Gi-Hun sobre el juego del panal.

Antes del último juego, los principios de Sang-Woo ya no están intactos. Asesina a Sae-Byeok con el pretexto de acabar con su sufrimiento, pero a estas alturas del juego, sólo es moralmente corrupto. Durante el sexto juego, el Juego del Calamar, Sang-Woo se da cuenta de lo mucho que ha caído y se suicida.

Una de las principales razones por las que Gi-Hun vuelve a entrar en el juego después de haberlo dejado es que su madre necesita ser operada. Tiene diabetes y una infección en los pies. Gi-Hun deja a su madre enferma y se une al Juego del Calamar una vez más.

Afortunadamente, Gi-Hun es el único superviviente del Juego del Calamar y vuelve a casa con suficiente dinero para permitirse la operación de su madre, y mucho más. Sin embargo, cuando llega a casa, encuentra a su madre sola y muerta. Mientras se acuesta junto a ella en el suelo, le dice que ahora tiene dinero.

Sorprendentemente, la muerte de Il-Nam es una de las más tristes, pero también no. Cuando sólo es el amigo de Gi-Hun y el anciano con un tumor, los espectadores sienten por él y su situación. Especialmente cuando deja que Gi-Hun gane el juego de las canicas. Es un final agridulce.

Sin embargo, cuando los espectadores descubren que Il-Nam no sólo sigue vivo, sino que es el malvado cerebro detrás del Juego del Calamar, toda la simpatía por su personaje desaparece. Mientras se desliza plácidamente en su lecho de muerte, sabiendo por lo que hizo pasar a todo el mundo, es difícil lamentar su muerte.