Fracasos de Disney que merecen una segunda oportunidad
Disney no es sinónimo de éxito. De hecho, durante buena parte de su historia, sobrevivió gracias a estrenos de vídeo y a su formato doméstico. Lo cierto es que Disney siempre se ha adelantado en todo, incluso en los fracasos inmerecidos. como estos fracasos de Disney que merecen una segunda oportunidad.
El primero se remonta a 1975, cuando John Hough, director salido de la televisión y Hammer Films, las antípodas de Disney, adaptó La montaña embrujada de Alexander Key, una película de esas que siempre quedaron señaladas por oscuras y adultas, así como su secuela, Los pequeños extraterrestres. Dos películas estupendas llenas de pasión por el género fantástico y con nombres como Ray Milland, Donald Pleasence , Bette Davis o Christopher Lee.
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En 1979 Gary Nelson estrenaba El abismo negro, una mezcla imposible y muy divertida entre el mundo Marvel de Los Cuatro Fantásticos o el Julio Verne de 20.000 leguas de viaje submarino. Muchos años después, Horizonte Final haría lo mismo pero con el traje de horror cósmico que no cabria en Disney.
Los ojos del bosque es una de esas verdaderas películas de terror prohibidas, olvidadas y enterradas de Disney, de nuevo, cómo no, a cargo de John Hough, que mostraba una inquietante historia de terror para jóvenes entre Picnic en Hanging Rock y el folclore británico. Nunca Disney estuvo tan cerca del giallo.
Robert Altman se la jugó con Popeye. Corría el año 1980 cuando desde los estudios se lanzaron al vacío de multiplicar por diez un episodio de Popeye, llenarlo de números musicales, ponerlo bajo el prisma del cine para adultos y, claro, fracasar ahuyentando a los más pequeños de la sala. Con los años, uno madura y descubre una serie de valores que nos descubren que, no solo no es una mala película: Popeye es bastante alucinante.
Era digno de admirar: ni con todas las críticas en contra ni el fiasco económico se achantaba Disney, que siguió entregando marcianadas del calibre de Condorman, Fuga de noche, Tron, El dragón del lago de fuego, Tex o una secuela de El mago de Oz que ni Raimi ni Burton podrían igualar en sus mejores sueños.
Un punto de inflexión se merece El carnaval de las tinieblas, brillante y espectacular adaptación de La feria de las tinieblas de Ray Bradbury, que con el paso de los años se ha convertido en pieza de coleccionista y película de culto.
La situación se fue suavizando, pero las locuras de Disney siempre están al acecho, y no hace falta más que fijarse en la encantadoramente fallida Rocketeer, dirigida por Joe Johnston, el mismo que logró el éxito con la primera película de Capitán América para Marvel, o en la que de momento son las más recientes, John Carter y El llanero solitario. Dos obras imperfectas, pero inmaculadas, que merecen una reivindicación inmediata. Sobre todo la de Verbinski, capitana de estos fracasos de Disney que merecen una segunda oportunidad. Nuestro consejo es que empieces por El llanero solitario, porque cuesta creer que no sea la película favorita de medio mundo.