Guía para establecer objetivos alcanzables y medir tu progreso
La vida en el siglo XXI nos presenta un sinfín de decisiones cada día: ¿voy al estadio a apoyar a mi equipo de fútbol o me quedo en casa viendo series con mi pareja? ¿Debería jugar un rato en casino en linea Peru o escuchar el último disco de mi artista favorito? ¿Me inscribo en un curso de programación o en clases de acuarela? Las alternativas son inacabables.
Esta sobreoferta de opciones para educarnos, trabajar o entretenernos solo es posible gracias al vertiginoso progreso tecnológico y económico que ha experimentado el mundo en décadas recientes. Ciertamente es una situación privilegiada, pero tiene una desventaja importante. Se vuelve muy fácil distraernos de nuestros propósitos.
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Los riesgos de diluir la vida
Quizás la atención es el recurso más valioso que tiene cada persona. Nuestra experiencia de vida está definida y limitada por los eventos, acciones, pensamientos y emociones a los que prestamos atención. Ya que nadie es omnipresente, este es un recurso finito.
El rango de expresión y conocimiento humano es tan amplio que ninguna persona puede abarcarlo por completo. Al intentar hacerlo reducimos la atención que prestamos a cada cosa. Esto disminuye la calidad de nuestro trabajo, la intensidad de las sensaciones y nuestra capacidad para lograr objetivos concretos.
Es peligroso diluir la vida de esta manera. Estudios psiquiátricos han demostrado que existe una correlación positiva importante entre las metas específicas alcanzadas y la satisfacción general que sentimos con la vida (Asociación Americana de Psiquiatría, 2017). Aprender a definir y perseguir objetivos alcanzables es esencial para nuestro bienestar.
Una manera más inteligente de trazarnos metas
Plantearse un objetivo no es tan simple como desear alcanzarlo. Este es uno de los errores más comunes que se cometen y que garantiza el fracaso. Todos tenemos aspiraciones y expectativas, pero solo aquellos que logran traducirlas en acciones concretas logran el éxito.
Un método que se ha vuelto popular entre empresas y profesionales es el establecimiento de objetivos SMART (Forbes, 2022). Este ocurrente acrónimo sigue las siglas iniciales en inglés de las cinco cualidades que deben tener nuestros objetivos para mejorar las probabilidades de alcanzarlos: Specific, Measurable, Achieveable, Relevant y Time bound.
Específicos
Debemos definir claramente qué queremos lograr y de qué forma lo conseguiremos. Es necesario documentarse e investigar cuál es la mejor manera de abordar el reto para tener conciencia de todos los pasos a seguir. Es útil dividir los proyectos más complejos en las tareas pequeñas que los componen. Esto facilita visualizar y organizar el trabajo necesario.
Medibles
Muchos proyectos prometedores se abandonan ante la imposibilidad de medir el progreso. Para evitar esto hace falta establecer objetivos cuantificables hacia los cuales trabajar y con los que comparar los resultados que vamos construyendo. Ponerles un número específico a nuestras metas también pueden servir de motivación para seguir luchando.
Alcanzables
Este es uno de los aspectos más difíciles de abordar, ya que es el más personal. Solo tú conoces a fondo tus capacidades y habilidades. A veces perseguimos metas que se escapan de nuestras posibilidades actuales. Por más sea incómodo reconocerlo, desistir de objetivos irrealistas nos ayudará a evitar frustraciones innecesarias.
Relevantes
Decidirse a perseguir un objetivo implica abandonar otras alternativas. Es inevitable. Por esto es esencial que juzgues de manera objetiva la prioridad y la relevancia de lo que te propones hacer. Debes buscar un balance entre satisfacer tus deseos y aspiraciones y buscar aprovechar las oportunidades más convenientes.
Sujetos al tiempo
El ser humano está programado biológicamente para ahorrar energía. Esto se manifiesta en la tendencia que tenemos a procrastinar y evitar hacer tareas incómodas o pesadas cuando no son prioritarias. Para evitar que estos retrasos te impidan alcanzar tus metas es necesario que establezcas fechas topes en las que busques haber alcanzado cierto parámetro de progreso.
Un ejemplo real
Muchas personas aspiran a mejorar su condición física. Sería un error limitarse a decir que quieres “ponerte en forma”. Aplicando los principios anteriores encontramos que una manera más útil de trazar la meta podría ser: “quiero perder 10 kilos en seis meses haciendo ejercicios cardiovasculares cada mañana”.
Habiendo establecido un objetivo que sigue una metodología específica para alcanzar un resultado medible en un lapso de tiempo definido se elimina la ambigüedad que muchas veces nos empuja a abandonar nuestros propósitos. Mientras menos decisiones tengas que tomar en cada paso, menor será la resistencia a continuar.
La adaptabilidad es la clave
Una vez que hayas establecido el resultado que buscas, los pasos necesarios para alcanzarlo y el tiempo en que debes hacerlo debes comprometerte a realizar el esfuerzo necesario. Sin embargo, la disciplina no requiere rigidez, sino todo lo contrario. Es necesario adaptar sobre la marcha los planes según se vayan desenvolviendo.
Es muy difícil juzgar a priori las necesidades de cada proyecto, ya que estas van cambiando según la etapa en la que se encuentre. Para garantizar el éxito es necesario detenerse periódicamente a evaluar los resultados que se están obteniendo. A partir de esta revisión podremos modificar nuestros planes según sea conveniente.