Los 5 grandes momentos del final de 'Juego de Tronos', y 10 que son un desastre
Concluído el hit histórico de HBO, estos son los 5 grandes momentos del final de 'Juego de Tronos', y 10 que son un desastre
SPOILERS del final de 'Juego de Tronos'. Tras las cataclísmicas reacciones desembocadas por el penúltimo episodio de 'Juego de Tronos', estaba claro que la conclusión de la serie de HBO basada en 'Canción de Hielo y Fuego' de G.R.R. Martin no iba a dejar indiferente a nadie. Y así ha sido a pesar de que 'El Trono de Hierro' (Game of Thrones 08x06) no podía empezar mejor, con los protagonistas adentrándose por los restos de ese Desembarco del Rey arrasado.
Juego de Tronos: 5 personajes que son buenos modelos de conducta (y 5 que no lo son)
Juego de Tronos: 5 personajes que deberían haber llegado al final (y 5 que no)
Pero conforme avanza queda bien claro que este quizás no era el final de 'Juego de Tronos' que muchos esperábamos. No para una serie que durante diez años nos ha acostumbrado a finales en forma de puñetazos en la mesa que nos dejaban mordiéndonos las uñas entre temporada de 'Juego de Tronos' y temporada de 'Juego de Tronos', pero cuya conclusión está muy lejos de haber sido eso.
Poniendo fin a toda la trama del conflicto por el Trono de Hierro, y la eterna lucha entre fuerzas contrarias de Hielo y Fuego, estos son 5 grandes momentos del final de 'Juego de Tronos', y 10 que son un desastre absoluto:
Daenerys Targaryen, Reina de las Cenizas: Para la posteridad, Daenerys Targaryen quedará como el personaje que haga que se recuerde la serie. El que con su viaje desde lo más bajo hasta convertirse en rompedora de cadenas y su descenso a los abismos del lado oscuro quede como la imagen de 'Juego de Tronos'. Tan capaz de reprimir su naturaleza encerrándola en las catacumbas de Meereen para probar su valía como gobernante justa a darle rienda suelta en su forma más terrible al grito de “Eres un dragón. Sé un dragón”, en 'El Trono de Hierro' hemos podido ver a Daenerys Taragaryen alzarse en su más majestuosa plenitud, con un momento tan emblemático como el de la ruina / zigurat escalonada por sus leales hordas, coronada por la estampa de la Madre de los Dragones entrando en escena mientras las alas de Drogón baten en su espalda, como si la heredera targaryen y su monstruo fueran una misma entidad.
I never knew I needed this shot my entire life.
— Gen (@EIMAJEN) May 20, 2019
My Queen. Our Daenerys and Drogon.
My Fire and Blood.
Dracarys.#DaenerysTargaryen#GameOfThronespic.twitter.com/7v0SDQW9iv
La Rebelión de Tyrion Lannister: No es la ciudad en la que creció, pero si en la que además de pasar la mayor parte de su vida descubrió que podía ser algo más que el “degenerado, borracho y putero” que los demás usaban como hazmerreír. En la que -durante la segunda temporada de 'Juego de Tronos'- vimos a Tyrion Lannister llegar a lo más alto, poniéndose al frente de las gentes de Desembarco del Rey, para hacer frente a la amenaza de una muerte segura ante el asedio de Stannis Baratheon en Aguas Negras. No es de extrañar que la destrucción de la hasta ahora capital de los Siete Reinos le haya afectado más que a nadie, pidiendo a sus compañeros de viaje que le dejasen internarse sin más compañía que la de un silencio sepulcral, entre las ruinas plagadas por los cadáveres de todos aquellos a los que ha fallado (incluidas las de sus hermanos Cersei, Jaime y el hijo que esperaban ambos). Permitiéndole a Peter Dinklage dar lo mejor de si mismo en momentos de particular crudeza, el viaje de uno de los más populares protagonistas de 'Juego de Tronos' alcanza su cenit en su confrontación con Daenerys Targaryen, en el momento de más exultante celebración de la Madre de los Dragones. Regocijándose en los vitores de sus fieles, cuando Daenerys Targaryen le reprocha haberla traicionado liberando a su hermano, el menor de los Lannister protagoniza el que está destinado a convertirse en uno de los momentos más icónicos de la serie, siendo el único en atreverse a enfrentarse públicamente a ella acusándola del Genocido de Desembarco del Rey arrojando su enseña como Mano del Rey por las escaleras del derruido edificio.
Rompiendo la Rueda: Convertido en viral con 'Juego de Tronos', Drogón fue sin duda uno de los grandes protagonistas del episodio final de la serie de HBO. Lo fue, por su momento como ángel custodio del trono de Daenerys Targaryen y su posterior reacción al final del viaje de esta, siendo quien se encargase de consumar el final de su viaje fundiendo el Trono de Hierro, rompiendo la rueda de un interminable ciclo de reyes erigidos sobre la sangre de sus enemigos.
La Página de Jaime Lannister: En la cuarta temporada de 'Juego de Tronos', el Rey Joffrey Baratheon se mofaba de su padre / tío Jaime Lannister, paseando las páginas del libro que recogía las hazañas de cada uno de los Lord Comandantes de la Guardia del Rey, señalando cómo su parte estaba irrisoriamente vacía. Porque él siempre sería Jaime Lannister. El mata-reyes. El que mantenía un amor incestuoso y prohibido con su hermana Cersei. El que nunca conocería ni le sería reconocido el honor. Esto nos ha brindado uno de los momentos más bonitos de la serie, con su amante Brienne de Tarth entregándole esa justicia que en vida le había sido negada, dando testimonio en el libro de las gestas de ese Jaime Lannister que solo ella y unos cuantos pudieron conocer.
El Fin de la Casa Stark: Más allá del hecho de que Bran se haya coronado como Rey electo de los Seis Reinos, los Stark pueden presumir de haberse convertido en aquellos que una resolución más satisfactoria han tenido a lo largo de la serie. Llamativo, si tenemos en cuenta como en las primeras temporadas era a ellos a quienes perseguían los finales más crueles. Pero aquí hemos visto a todos los supervivientes de la familia culminar de una forma u otra ese destino que parecía esquivarles, ya sea con Sansa proclamándose Reina del Norte, Arya renegando definitivamente de la senda de la muerte para cumplir aquel sueño de embarcarse al oeste en busca de lo desconocido -que transmitiera allá por las primeras temporadas- o Jon Snow volviendo al norte, para reestablecerse como Lord Comandante de la Guardia de la Noche en el Castillo Negro, y emprender su viaje en busca de su verdadero hogar en su reencuentro con Tormund, Fantasma y los pueblos libres.
Pero aunque lo positivo mucho, no quita que -como gran final de 'Juego de Tronos'- 'El Trono de Hierro' sea uno de esos finales que pillan con el pie cambiado, y en el que se acumulan demasiadas cosas que lo hacen una experiencia agridulce, para muchos es probable que muy lejos de lo que merecía este viaje de diez años:
Anticlímax: Tras la intensidad de 'Campanas', seguramente no éramos pocos los que esperábamos que la serie continuase in crescendo, brindándonos una apoteósica onfrontación final entre Jon Snow y Daenerys Targaryen, como encarnaciones de esas fuerzas de 'La Canción de Hielo y Fuego' que da nombre a la colección de novelas originales de G.R.R. Martin. Pero no. El epílogo de la escena del caballo de Arya Stark no era la calma antes de la tempestad final, sino el aviso del tono que iba a tener todo el episodio final de 'Juego de Tronos', apostando por una aproximación mortecina y minimalista que sin duda va a romper los esquemas de todos los que buscasen un final de fiesta por todo lo alto. Pero lo peor es que ni siquiera funciona del todo como anticlímax redondo, con el contraste entre una primera mitad en la que el viaje a las penumbras que no termina de estar aprovechado, y un interminable epílogo en el que los creadores pasan más tiempo dando vueltas sobre si mismos que resolviendo temas.
Jon Snow: El defensor de los hombres. El muro que separa a la humanidad de su muerte... Durante años, Jon Snow ha sido desarrollado como uno de los personajes capitales de la saga, y ha habido puntos concretos como el de las temporadas tres, cuatro, cinco y seis en las que incluso llegó a brillar con toda su plenitud como tal. Durante las dos últimas sin embargo, el medio Stark medio Targaryen ha ido diluyéndose hasta hacer honor a su rol de hijo del hielo y muerto resurrecto, como un Caminante Blanco vagando a través de la serie para cumplir su fin. ¿Genialidad o falta de hechura de un personaje que prometió mucho pero cuya importancia ha acabado viniendo más por la relevancia de sus actos que por cómo ha conseguido alcanzar su cenit en ellos? Sea como sea, lo que queda claro es que si Daenerys Targaryen pasará a la historia como el gran personaje icónico de 'Juego de Tronos', Jon Snow lo hará no solo como el soso y anodino, sino como el cuchillo traicionero que puso fin a toda la fiesta.
Sansa Stark: Si hablamos de un personaje que ha crecido a lo largo de la serie, hasta erigirse como gran señora del norte, esa es sin duda Sansa Stark. Todo apuntaba de hecho a una gran confrontación final contra Daenerys Targaryen como resultado de la tensión que se ha estado desarrollando a lo largo de la serie entre ambas, que con su negativa someterse al trono de hierro culminaría en una confrontación por todo lo alto entre la Madre de los Dragones y el clan de los Starks. Pero no. Todo este conflicto ha quedado reducido a un par de menciones en bocas de los personajes y una proclamación salida de cualquier parte de Sansa declarando que el Norte se pira de los Siete Reinos, dejando la impresión de que lo que podía haber sido una reafirmación de Sansa como loba de Invernalia ha quedado como una nota a pie de página.
Arya Stark: El fin de viaje de Arya en 'Campanas' fue sin duda uno de los momentos cumbres de la serie, y en 'El Trono de Hierro' disfruta de varios momentos reseñables en su rol de consejera mentora de Jon Snow en su viaje a la confrontación final contra Daenerys Targaryen, además de un bonito epílogo. Pero más allá de eso, da la impresión de que -para la suma importancia que ha tenido Arya en toda la serie- en este final de 'Juego de Tronos' su personaje queda dolorosamente diluido. Sobre todo por cómo el final de 'Campanas' apuntaba a que iba a ser determinante para el conclusión de la serie. Y lo ha sido, pero de forma mucho más tangencial a lo que debía.
#GameOfThrones
—(@yooniegenius) May 20, 2019
Se quedaron con todo el reino.
Bran en Westeros, Sansa en el Norte, Jon más allá del Norte y Arya en el mar. pic.twitter.com/lvh8GT3QkR
Gusano Gris: El líder de los Inmaculados era ya el último bastión de los fieles devotos a Daenerys Targaryen. Algo que hacía presagiar pudiera tener un papel muy destacado en el final de 'Juego de Tronos', sobre todo después de cómo en los últimos episodios de la serie la muerte de Missandei y su entrega al frenesí genocida de la Madre de Dragones quedó marcado a fuego en su trayectoria. Nacido como esclavo que no había conocido más vida que la de ser entrenado y adoctrinado por sus maestros para matar y morir, era normal que pocos se entregasen con tanta determinación en la cruzada de Daenerys Targaryen para cambiar el mundo como lo hizo él. Pero si la muerte de Missandei tuvo un gran peso para él, la desaparión de la que le liberó de sus cadenas y siguió con devoción ha tenido un impacto muy pasado por agua para el señor de los Inmaculados, quien ha acabado cediendo ante los opositores de Daenerys con una extraña facilidad para uno de los principales cabecillas de la masacre de Desembarco del Rey.
Yara Greyjoy: De todos los Greyjoy, la heredera de las Islas de Hierro ha sido sin duda la peor parada de la octava temporada de 'Juego de Tronos', apareciendo de forma testimonial en el tramo final de la serie, únicamente para recordar que existe y hacer algún tipo de reclamación política egoista por parte de su Reino.
Pozo Dragón: Si hubiera una secuencia del final de 'Juego de Tronos' que resumiera los problemas del mismo, es sin duda toda la secuencia desarrollada en las mismas ruinas en las que se firmase el pacto para hacer frente a la amenaza de los Caminantes Blancos. Todo el hilo central terminado, y ahí que nos reunen a todos los supervivientes al unísono, ante un Tyrion que bien podría encarnar a la voz de unos autores diciéndoles nque no tiene muy claro que hacer con ellos. Que tantas tramas importantes de la serie se resuelvan con tanta rapidez y sin apenas espacio, para en su último episodio encontrarnos una interminable secuencia en la que se suceden los intentos de momentos cómicos con Edmure Tully proponiéndose como Rey y los asistentes riéndose de Samwell Tarly cuando este propone introducir la democracia clama al cielo.
Los Seis Reinos: Como si todo el misticismo, la magia y las pasiones en continua lucha de poder de los Siete Reinos desaparecieran de un plumazo con la escisión del Norte del Reino, la constitución del nuevo gobierno de Poniente se antoja como el equivalente de 'Juego de Tronos' a una alineación de Copa del Rey, en la que los autores básicamente nos lanzan un popurrí con todos los personajes que les sobran, reunidos en una mesa.
Consecuencias diluídas: Tras el genocidio cometido en Desembarco del Rey estaba claro que Daenerys Targaryen no podía escapar sin más. Tras ser complice del mismo, estaba claro que Jon Snow tampoco. Pero, ¿qué hace Tyrion Lannister siendo recompensado con el puesto de Mano del Rey, cuando él estuvo también al frente de los ejércitos invasores que destruyeron la capitan de los Siete Reinos?
Bronn: El encuentro canalla del mercenario con los Lannister en el cuarto episodio de la octava temporada hacía presagiar que en el final de 'Juego de Tronos' Bronn volvería para reclamarle a Tyrion lo que le prometio, con el consiguiente conflicto entre ambos. Pero no, la subtrama de Bronn ha quedado una vez más como una mera excusa para introducir más chistes sobre burdeles.
Canción de Hielo y Fuego: Terminar una de las series más importantes de la historia de la televisión con uno de los momentos más sonrojantes de la misma. La entrega a Tyrion de 'Canción de Hielo y Fuego' de G.R.R. Martin, gag a costa de absolutamente nada.
¿Podemos hablar de que Sam terminó A Song of Ice and Fire primero que George RR Martin? #GameOfThronesFinale pic.twitter.com/xIOvvQWGkS
— irrompible (@MeowOfSadness) May 20, 2019
Estos son los 5 grandes momentos del final de 'Juego de Tronos', y 10 que son un desastre, para una conclusión agridulce sobre la que se va a estar discutiendo durante mucho, mucho tiempo.