RESEÑA: Snake Eyes: GI Origins reinicia el universo G.I. Joe con un toque yakuza
Después de que las dos películas anteriores ambientadas en el universo cinematográfico de G.I.Joe no cumplieran las expectativas del público y la crítica, el universo se reinicia con Ojos de serpiente: G.I. Orígenes, de 2021. Como sugiere el título, el reinicio se centra en gran medida en el héroe ninja del mismo nombre, relatando su historia y su entrenamiento en artes marciales en Japón. Conun impresionante reparto y un magnífico diseño artístico, Snake Eyes supera el listón de sus predecesores, sobre todo cuando se apoya en sus influencias cinematográficas japonesas en lugar de en el mito deG.I. Joe.
Dirigida por Robert Schwentke y protagonizada por Henry Golding en el papel de Ojos de Serpiente, el rudo luchador lleva una vida violenta después de ser testigo de cómo su padre fue abatido cuando era un niño. Al final, se ve metido de lleno en la yakuza y, tras impresionar a uno de sus socios privilegiados, le envían a entrenarse en el arte del ninjitsu en Japón. A medida que Snake Eyes se enfrenta a pruebas cada vez más difíciles para demostrar que es digno de entrar en el clan ninja Arashikage, se ve arrastrado al explosivo conflicto mundial entre los G.I. Joes de élite y la oscura organización terrorista Cobra.
Dada su ambientación principal en Japón y su premisa, Ojos de serpiente es una película que sobresale cuando se parece más a una película de yakuzas que a una de G.I. Joe. Desde sus vistas empapadas de neón en el corazón de Tokio hasta las duras peleas de la película contra oleadas de mafiosos audazmente vestidos, Ojos de serpiente funciona a pleno rendimiento cuando se centra en celebrar la cultura y el cine japoneses. Afortunadamente, este énfasis es notablemente dominante en la primera mitad de la película. Sin embargo, cuando los elementos y personajes del mito más amplio de G.I. Joe se entrelazan en la narrativa hacia la mitad de la película, ésta empieza a perder su enfoque y su cuidadoso ritmo se desvía.
El primer vistazo a Snake Eyes ofrece espadas de samurái y el sabor de G.I. Joe
Bruce Willis podría ser el auténtico G.I. Joe en “G.I. Joe 2”
Por suerte, el reparto es lo suficientemente simpático como para mantener al público involucrado en la acción, haciendo que algo tan familiar como un montaje de entrenamiento resulte atractivo. No importa lo disparatada que se vuelva la historia -y, al final, es muy evidente que se trata de una película de G.I. Joe-, el reparto vuelve a meter al público en la trama. Junto a Golding está Andrew Koji en el papel de Tommy Arashikage, el antiguo y futuro Storm Shadow, y su dinámica fraternal crea un núcleo emocional convincente para la película. Haruka Abe cumple con creces su papel de Akiko, la jefa de seguridad de la Arashikage, evitando que la película se convierta en un club de chicos cargados de testosterona. Mientras que Samara Weaving y Úrsula Corberó quedan relegadas a un segundo plano como Scarlett y Baronesa, respectivamente, se compenetran bien cuando se les da la oportunidad de apoyarse en su rivalidad.
Snake Eyes: G.I . Joe rinde homenaje a las películas de acción de los años 80, con una partitura llena de sintetizadores de Martin Todsharow y el descaro de la película. Aunque los puristas de G . I. Joe no puedan superar el hecho de que el protagonista, tradicionalmente silencioso y enmascarado, no esté ni callado ni enmascarado durante la mayor parte de la película, ésta sale a relucir sin reparos. La interpretación de Golding de Ojos de Serpiente es carismática y sus escenas de acción son fluidas, lo que hace que el público pase un buen rato, siempre y cuando no piense demasiado en la narrativa de la película.
Dirigida por Robert Schwentke, Snake Eyes: G.I. Joe Origins llega a los cines el 23 de julio.