Virtudes y defectos de la Playstation VR ¿Por qué llega tarde?
Virtudes y defectos de la Playstation VR ¿Por qué llega tarde?
Vamos a explicar las razones por las que a estas alturas de la vida no nos apetece un carajo/no podemos ponernos a experimentar con realidades virtuales.
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Te levantas a las seis de la mañana, media hora antes de que suene el despertador, porque notas la presión del peso de los cuerpos de tus hijos aterrizando una y otra vez sobre tu pecho justo después de que tu perro Bobby empiece a dejar claro que necesita salir al parque. Tienes tanto sueño que necesitas un par de ristrettos antes de bajar al helado exterior. Tu mujer ya está preparando el biberón porque tienes que ocuparte de Bobby, ¿lo habías olvidado? Cuando vuelves a casa ya solo quedan las tostadas calcinadas, que las jugosas se las quedan los más peques de la casa. Te duchas a mil por hora mientras más de un miembro de la familia hace sus necesidades con una tela impremeable de los chinos como único separador entre vosotros.
Dejas a los niños en el cole, vas al trabajo, aguantas mil putadas, comes el plato del día en la cantina porque has vuelto a olvidar el tupper, lo que hace que escribas en tu agenda "movida en casa por la comida - 17:00" y que lo único que disfrutes de la jornada sea el otro doble ristretto, necesario para no desfallecer en medio de una de esas reuniones donde eres poco menos que un figurante. A las cinco, justo cuando vas a salir a por los niños, algún trepa soltero, putero y cocainómano te recordará que habías prometido sacar alguna castaña del fuego y que ese momento tiene que ser ahora. Dos horas más tarde, entras por la puerta de casa, donde tu mujer te espera con un tupper en la mano y un biberón en la otra. La chica que ha recogido a los niños del colegio sigue en casa: cada día que no llegas a por ellos por ser un mierdas en el curro se queda un par de horas en casa y ayuda con la cena y los deberes de los pequeños. Tienes que pagar las horas de hoy y las del mes pasado, que no pudiste pagar porque decidiste invertir en un casco de realidad virtual con el que Sony te da la bienvenida al futuro y que cuesta quinientos pavazos.
Bueno, ya es viernes, mañana por la mañana intentarás estrenar el aparato, aunque total, no hay un Larry o un Maniac Mansion compatibles con el cacharro, pero al menos, si todo va bien, podrás matar a un par de docenas de terroristas con tus propias manos (virtuales).
Antes de quedarte dormido en la cama, soñando con el maravilloso momento que te espera mientras todos duermen antes de los horribles dibujos animados de las nueve de la mañana, tu mujer te recuerda que a primera hora salís hacia el pueblo a comer a casa de sus padres. Está triste y necesita hablar con ellos, comer su maravilloso pisto (que tú tanto odias) y hacer quinientos kilómetros de ida y otros tanto de vuelta en poco MENOS de veinticuatro horas. Es en ese momento cuando te viene a la cabeza: tampoco habrá videojuegos de corte erótico, sexo virtual ni divorcios interactivos. No puedes dejar de preguntarte dónde demonios estaba ese casco veinte años atrás, cuando podías probarlo fumando hierba durante toda la noche con unos videojuegos mucho más interesantes que los que te propone el bazar online de tu Playstation 4.
Poco a poco dejas de engañarte y asumes los defectos de la Playstation VR. En la agenda se lee "próximo lunes - ir al cash converters"