Crítica de La Conspiración: Dios bendiga la moral americana

DE ROBERT REDFORD



"La Conspiración", de Robert Redford es una de las películas que se estrena este fin de semana. Para qué engañarnos, como producto audiovisual no está mal. Las interpretaciones son correctas, bien realizada; eso sí, puede que la fotografía esté demasiado forzada y sea demasiado artificiosa, con unos claroscuros que no acaban de cuadrar con la película. Además, hay bastante falta de coherencia en los flashbacks.

Pero superado este punto, la clave para saber si te va a gustar esta película es situarte en alguno de los siguientes grupos:

1. Te gustan las películas de juicios y/o sientes el espíritu de los padres fundadores de América corriendo por tus venas y por tu ser.

2. Pasas de todo lo anterior, te da igual la integridad emocional del americano de bien y las películas de juicios te dan más bien pereza. Sólo te gustan "Matar a un ruiseñor" y "Testigo de cargo", y porque son demasiado buenas para incluirlas en el saco judicial sin más.

Pero, vayamos por partes. La película nos transporta a los años posteriores a la Guerra de Secesión americana y al momento del asesinato de Lincoln. Un joven abogado, ex combatiente en la guerra por el bando del norte que se ve obligado a defender en el juicio a una mujer acusada de ser cómplice del asesinato del presidente. Ella es del sur, claro.

Si eres de los primeros vas a acabar entusiasmado: el espíritu americano más allá de lo que dictan las leyes, si no guiándose por los padres fundadores, sus creencias y la satisfacción de saber que se están haciendo las cosas bien y como dicta la moral y el buen hacer. Además, con un importantísimo arco de transformación vital que te lleva a darte cuenta de lo qué es realmente importante.

Si eres de los segundos (o eres de los primeros pero con ojo crítico) te darás cuenta de que la película tiene una clara intención de ser una lección de historia. Robert Redford quiere que esta película se ponga en las escuelas y que se pueda decir: así se conformó nuestra personalidad como nación. Obviamente, peca de demagogia y maniqueísmo en múltiples ocasiones y, en el fondo, pretende servir de conciliación con el pasado.

Por si esto era poco, la película empieza con una imagen de las trincheras de la Guerra de Secesión y con nuestro protagonista herido. Cuándo llegan los camilleros, prefiere que se lleven a su compañero: él es un ser de lo más íntegro. En ese momento, querido espectador al que te da igual el espíritu y la moral americana, se te pone la mosca detrás de la oreja y ya no hay quién te la quite.

Para más inri, si eres un poco melómano, te darás cuenta del sorprendente parecido entre el malo (el asesino de Lincoln, vamos) y Dave Grohl en el videoclip de Long road to ruin. En ese momento estarás perdido. Desearás que se baje del caballo y se ponga a cantar.

Y pensar que este señor creo Sundance...

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