Godzilla menos uno es mejor que cualquier cosa del MonsterVerse
Advertencia: Lo siguiente contiene spoilers de por qué Godzilla Menos Uno es mejor que nada en el MonsterVerse.
Godzilla Menos Uno se resume en una sola cita: "Mi guerra aún no ha terminado".
Estas palabras, pronunciadas por los labios temblorosos de un hombre que lucha consigo mismo, son sólo un ejemplo del enfoque "Sí, y..." del guionista y director Takashi Yamazaki. Sabe por qué estamos aquí: Queremos a Godzilla, y lo queremos sin restricciones, desquiciado y desatado. Godzilla Menos Uno hace alarde de todo eso, pero meter esta película -y todo lo que intenta decir- bajo la etiqueta de "sólo otra película de kaiju" sería reduccionista y, francamente, incorrecto. Es una película de época. Una historia de amor. Una exploración de la valentía, el trauma y la familia encontrada. Es una película de monstruos que hace mucho más de lo que tiene que hacer y se consolida como una película para todos los públicos.
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Yamazaki mantiene la historia simple y centrada: La Segunda Guerra Mundial acaba de terminar, y el piloto kamikaze caído en desgracia Kōichi Shikishima lucha con el lado de sí mismo que no supo actuar cuando las vidas dependían de él. Fingió problemas aéreos para evitar el combate y no supo proteger a sus camaradas contra Godzilla, lo que le dejó con una vergüenza paralizante del sabor culturalmente mandado de "Debería haber sido yo". La fantástica frase "Mi guerra no ha terminado" no se refiere a los asuntos pendientes entre Shikishima y Godzilla, sino a los asuntos pendientes de Shikishima consigo mismo. El MonsterVerse, el intento de Hollywood de fusionar las continuidades respectivas de Godzilla y King Kong, aún no ha alcanzado la profundidad ni la oscuridad de Godzilla Menos Uno, y probablemente no lo hará. (Aunque el tráiler de Godzilla x Kong: El nuevo imperio es muy divertido).
Hay una cobardía implícita en la frase "piloto kamikaze retirado" en la cultura japonesa. Shikishima lleva consigo esta vergüenza allá donde va, y le consume. Esta vergüenza, unida a su muy comprensible trastorno de estrés postraumático, le ciega ante las personas que le rodean y que le hacen mejor.
Los efectos especiales, a veces toscos pero siempre eficaces, reflejan la falta de organización y refinamiento que caracterizó al Japón de la posguerra. Su diseño no está tan pulido como en el MonsterVerse, pero Yamazaki no busca la pulcritud. Quiere transmitir el desorden de este periodo de posguerra de todas las formas posibles, y esta tosca representación de nuestro Big Boy favorito responde perfectamente a esa visión. Godzilla no deja de ser la bestia terrorífica que hemos llegado a respetar, pero ciertas secuencias muestran su presencia mejor que otras. Las luchas navales contra el monstruo son mucho más emocionantes que la devastación de Tokio, sobre todo porque Godzilla es mucho más aterrador en el agua.
Esta película es brillante porque Godzilla no es lo importante. Por supuesto, es un elemento fijo en la historia, un monstruo escamoso que captura la aparente insuperabilidad de los demonios derivados del trauma de Shikishima. Pero el núcleo de la historia de Yamazaki es Shikishima aprendiendo a vivir consigo mismo, y todo funciona mejor cuando utiliza a Godzilla para llevar esta historia -y a su héroe- a la conclusión prevista.
Aquí es donde el "Sí, y..." realmente eleva esta entrada. El guión no sólo nos ofrece un protagonista realmente convincente, sino que también crea un reparto irresistible a su alrededor. Su arquetípico y variopinto grupo de amigos se convierte en gente a la que quieres y por la que te preocupas, hasta el punto de que la mera idea de que Godzilla los haga papilla o los vaporice con su aliento atómico te resulta insoportable.
Godzilla Menos Uno es la prueba de que esta franquicia pertenece a Toho. El famoso estudio japonés no igualará la producción de las películas de Godzilla de Hollywood, pero con propuestas tan buenas, no tiene de qué preocuparse.