Los 10 personajes más trágicos de Harry Potter

Mientras que Harry Potter estaba lleno de amor, magia y luz, la historia de El niño que vivió siempre estuvo impregnada de tragedia. La lucha contra el mal significaba que aquellos que defendían el bien siempre se enfrentaban al dolor, la pena y la pérdida, y Lord Voldemort se aseguraba de hacer sufrir a la gente que le desafiaba. Incluso más allá de eso, personajes como Luna Lovegood tenían problemas familiares y pérdidas con las que tenían que lidiar.

Incluso con sus trágicas historias y arcos argumentales, la belleza de Harry Potter residía en que estos personajes nunca se veían definidos por sus adversidades. Siempre se sobreponían a sus penas y, en algunos casos, eran recordados por su heroísmo en la serie.

El joven Cedric Diggory lo tenía todo a su favor: era prefecto, capitán de quidditch y sacaba unas notas fenomenales. El joven estudiante de Hufflepuff tenía incluso una gran vida social en Hogwarts, donde gozaba de bastante popularidad y tenía una hermosa novia. Por desgracia, fueron sus logros los que le llevaron a ser elegido para el Torneo de los Tres Magos.

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En la tarea final, Cedric fue asesinado por Lord Voldemort, convirtiéndose en la primera víctima de su segundo ascenso al poder. Cedric fue sometido a la Maldición Asesina, apagando así una llama brillante a la edad de dieciséis años. Aun así, el joven demostró una valentía extrema frente al terror puro de Voldemort.

Inicialmente pintada como una niña chiflada, el oscuro pasado de Luna Lovegood sólo salió a la luz cuando fue capaz de ver Thestrals en Harry Potter. La pequeña Luna tuvo la desgracia de presenciar la muerte de su madre a los nueve años, lo que la dejó sola con su padre, Xenophilius Lovegood. Su extraño carácter no le granjeó ningún admirador en Hogwarts, donde la condenaron al ostracismo y se burlaron de ella por ser ella misma.

Por suerte, Luna encontró amigos considerados en Harry y Neville, pero sus penas estaban lejos de terminar. Antes de la Batalla de Hogwarts, Luna fue encarcelada en la Mansión Malfoy con Ollivander y probablemente sometida a tratos inhumanos durante meses. Fue su resistencia interior la que le permitió mantenerse alegre y digna a pesar de sus penurias, pero Luna prosperó más tarde en la vida.

Desde su nacimiento, Hagrid había sufrido injusticias. Su madre, Fridwulfa, le había abandonado a una edad muy temprana, y no gozaba de mucho respeto en el Mundo de los Magos por ser medio gigante. La mayor oportunidad de su vida fue poder estudiar en Hogwarts, pero le culparon falsamente de haber desatado al monstruo de la Cámara de los Secretos, lo que provocó su expulsión.

Hagrid merecía una segunda oportunidad porque su nombre había sido limpiado años después de que lo despojaran de su varita. Dumbledore lo nombró guardabosque y guardián de las llaves y los terrenos de Hogwarts, pero fue una reparación menor por lo que le habían hecho pasar.

La muggle Myrtle Warren, más conocida como Myrtle la Llorona, era un personaje bastante molesto en su forma fantasma, pero había pasado por un infierno como humana. La joven bruja no era demasiado popular entre sus compañeros de Hogwarts, que a menudo la acosaban por su aspecto. Uno de esos días, Myrtle cometió el error de entrar corriendo en el lavabo de chicas del segundo piso, que tenía la entrada a la Cámara de los Secretos.

El basilisco vino a por ella y murió con sólo mirarla a sus penetrantes ojos. Lo que hizo su muerte más melancólica fue que no la encontraron durante horas porque nadie, excepto los profesores, la echaba de menos lo suficiente como para buscarla.

A pesar de todos sus defectos, Snape siempre fue un villano simpático en Harry Potter. Nacido de padres negligentes, sólo encontró la felicidad cuando fue a Hogwarts con Lily Evans, pero eso también duró poco. Su clasificación en Slytherin y el acoso que sufrió por parte de James Potter y sus secuaces le hicieron buscar las Artes Oscuras, lo que finalmente le llevó a convertirse en mortífago.

Perdió a la mujer que amaba a manos de James, y luego su propia devoción al Señor Tenebroso llevó a Voldemort a matar a los Potter. Desde entonces, Snape dedicó su vida a desmantelar el reino de terror de Voldemort desde dentro, viviendo y muriendo como un villano para poder salvar el Mundo Mágico.

La profecía de Sybil Trelawney podría haberse referido a dos niños, uno de los cuales era Neville Longbottom. Aunque Neville no fue elegido para ser asesinado por Voldemort, su familia sufrió un destino tan horrible como el de los Potter. Los padres de Neville eran Aurores consumados y Bellatrix Lestrange los torturó hasta la locura con Maldiciones Imperdonables, hasta el punto de que fueron incapaces de reconocer a su propio hijo.

Por lo tanto, Neville fue criado por su estricta abuela e intimidado mucho en Hogwarts por su forma de ser torpe y tímida. Tuvo que crecer mientras sus padres permanecían encerrados y sufrió aún más crueldad a manos de los seguidores de Voldemort. Neville fue subestimado en todo momento, pero acabó demostrando su valor e inteligencia.

Remus, que una vez fue un niño normal y corriente, cayó presa de la ira de Fenrir Greyback cuando el padre de Lupin le insultó demasiadas veces en el Ministerio. Tras el ataque, la vida de Remus giraba en torno a las fases de la luna, y fue condenado de la sociedad como todos los hombres lobo. El lado positivo de la situación fue que encontró amigos en Hogwarts, que se convirtieron en animagos para apoyarle y ayudarle en su transición.

Lupin se negó a sí mismo una pareja y una familia porque temía transmitir el gen a su hijo. Cuando finalmente se casó con Tonks y tuvo un hijo, murió trágicamente en la Batalla de Hogwarts. Remus Lupin murió al lado de su esposa, pero no pudo ver crecer a su hijo en un mundo nuevo. Podría haberse vuelto malvado fácilmente, pero mantuvo su bondad y moralidad intactas hasta el final.

Nacido en una familia de supremacistas de sangre pura, Sirius Black siempre se sintió fuera de lugar en su propia casa. Aun así, tenía el apellido Black y riquezas, lo que le proporcionaba una vida cómoda. Sirius llevaba una vida cómoda y daba por sentadas las cosas que otros magos no tenían. También era culpable de intimidar a otros alumnos, como Snape.

La tragedia se cebó con él cuando Peter Pettigrew lo inculpó de traicionar a James y Lily Potter y de su propio asesinato. Sirius pasó la mayor parte de su vida en Azkaban, donde sufrió toda clase de horrores. Su pequeño rayo de felicidad llegó cuando pudo conocer a su ahijado, pero Sirius fue asesinado por su propia prima, Bellatrix, antes de que pudiera disfrutar realmente de su tiempo con él.

Al igual que Sirius, Draco fue criado en una familia que prefería las Artes Oscuras, pero la diferencia era que Draco revelaba la intolerancia de los Malfoys. Ansiaba formar parte de las fuerzas de Voldemort, sin darse cuenta de las consecuencias de ser un mortífago. En su sexto año, Draco fue empujado a dejar que los mortífagos asaltaran el castillo y mataran a Dumbledore, de lo que fue salvado por Snape.

El joven Malfoy no era un santo ni mucho menos, y sus malas decisiones mancharon su reputación durante toda su vida. Aun así, los fans sienten lástima por él, ya que se introdujo en un mundo oscuro demasiado pronto y, cuando se dio cuenta de sus errores, ya era demasiado tarde.

Fue la desgarradora historia de Harry Potter la que dio comienzo a la serie, y sus primeros años de vida estuvieron plagados de temor, miedo y presiones indebidas a causa de una profecía. Huérfano a causa de las acciones de Voldemort, Harry fue criado en un ambiente abusivo por los Dursley. Su ingreso en Hogwarts fue un salvavidas mágico, pero pronto se dio cuenta de que desde que era un bebé se le había encomendado la tarea de acabar con el mago más malvado del mundo.

La vida de Harry estuvo constantemente en peligro, y pasó por pruebas de mente, cuerpo y alma. Perdió a su padrino a manos de Voldemort y a numerosos amigos, mientras cargaba con la culpa de haberlos puesto en peligro. Dumbledore lo convirtió en un cerdo para el matadero, y sólo gracias a su fuerza interior pudo superar años de dolor y llegar al otro lado, donde pudo tener una vida normal.