Crítica de Strange Darling: Una pesadilla subversiva, colorista y hermosa

Son los últimos días de la última juerga de un asesino en serie. Comienza con una aventura de una noche y termina con una persecución del gato y el ratón. La Dama (Willa Fitzgerald) huye. El Demonio (Kyle Gallner) le sigue la pista, escopeta en mano. En los bosques de la zona rural de Oregón, hay muchos lugares a los que huir, pero pocos en los que esconderse. Sin embargo, no todo es lo que parece. ¿Quién es el depredador y quién la presa? Esta es la premisa de Strange Darling, el último thriller psicológico de Miramax, escrito y dirigido por J.T. Mollner. Tras su estreno en el Fantastic Fest de Austin, Texas, el pasado verano, Strange Darling se presenta ahora al público desprevenido.

En 2023, Strange Darling fue aclamada casi universalmente por los pocos afortunados que asistieron a su estreno exclusivo. Desde entonces, el buen boca a boca no ha decaído. La película ha llegado a ser tan aclamada que el propio Stephen King se refirió a ella como una "inteligente obra maestra", lo cual es un gran elogio por parte de un autor tan legendario, especialmente uno que es bien conocido por sus relatos de traición, suspense y oscuridad. ¿Está Strange Darling a la altura de tanto bombo y platillo? En pocas palabras, sí. Sólo se puede hablar brevemente de por qué lo merece y de lo bien que funciona, antes de revelar demasiado. En realidad, es una película que hay que ver para creer, al menos hasta que su inevitable fama haga inútil tanto secreto. Será difícil describir esta película sin desvelar demasiado, pero se puede intentar.

Strange Darling lleva la subversión a un nuevo nivel

La película se aprovecha de las expectativas del público y de la sociedad

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Strange Darling no sólo subvierte las expectativas del público. Las toma, las afila en una piedra de afilar y las convierte en armas, volviéndolas contra el espectador. Todo en esta película está deliberadamente preparado para poner patas arriba todo lo que el espectador medio cree saber o creer. Esto se aplica tanto en el sentido narrativo como en el meta-social. Resulta casi chocante la flagrante manera en que Strange Darling utiliza las expectativas de la sociedad en contra del espectador. Roza una forma sutil de comentario social. En el primer visionado, uno no puede evitar sentirse personalmente traicionado y engañado por la historia, aunque en el mejor de los sentidos.

Muchos de los thrillers psicológicos más eficaces se benefician del engaño. Prosperan en la ambigüedad. Cuanto menos sepa el público lo que está pasando o cuanto más engañosa sea la premisa, mejor. Por supuesto, la película debe, como mínimo, establecer unos cuantos temas, interacciones entre personajes y atmósfera para causar una fuerte primera impresión y mentalizar al espectador de la mentalidad deseada. Es imperativo que la película haga que el público se sienta de una determinada manera al principio, sólo para retorcer el cuchillo de alguna manera y poner en duda las creencias de todos. Strange Darling hace todo esto y más. Esta subversión deliberada tiene una recompensa inmensa, dando a Strange Darling una de las mejores y más catárticas escenas finales del género.

Hay muchas comparaciones entre Strange Darling y la seminal Pulp Fiction de Quentin Tarantino . Algunos de los paralelismos son obvios: ambos son relatos sobre personas moralmente ambiguas y violentas situadas en un mundo sórdido y brutal, narrados in media res.Strange Darling también se narra en capítulos, presentados fuera de orden. Resulta que esta es una de las claves del sorprendente giro de la película y de su deliberado despiste. La película también tiene una narrativa ultraviolenta con algunas muertes desagradables y casi caricaturescas, que se amontonan una tras otra con poca fanfarria aparte de un intercambio seco y torpe. Esto no debería sorprender demasiado, ya que Strange Darling lleva sus influencias en la manga. Mollner sin duda canaliza elementos del ya mencionado Tarantino, David Lynch e incluso indicios de Jim Jarmusch. A pesar de los paralelismos obvios, Strange Darling sigue siendo su propia bestia.

Aunque se basa en la presentación y las convenciones del género de la época en la que se hizo, Strange Darling tiene la suficiente ambigüedad como para trascender las tendencias modernas, si no para burlarse de ellas. El estilo de escritura de Mollner -una combinación de humor sarcástico, absurdo, brutalidad escabrosa y sexualidad incómoda- es engañosamente inteligente. Muestra mucho y cuenta poco, dejando que las emociones, las imágenes y las reacciones de los personajes transmitan la narración. Está claro que Mollner respeta la inteligencia del público, aunque desafíe flagrantemente sus ideas preconcebidas.

Todo el reparto, encabezado por Fitzgerald y el veterano del cine de terror Gallner, y apoyado más tarde por Barbara Hershey y Ed Begley Jr. (estos dos últimos interpretan los papeles más entrañables y narrativamente significativos de la película) participan en la venta del engaño. Fitzgerald y Gallner, especialmente, interpretan tan bien sus papeles dentro de la película y en el sentido meta, que aportan una capa extra de traición y devastación cuando llega el gran giro. Es difícil imaginar a nadie más que a Fitzgerald y Gallner como "La Dama" o "El Demonio", respectivamente, capaces de suscitar la misma marea de emociones en constante cambio: odio y simpatía, y viceversa. Que te apuñalen metafóricamente por la espalda nunca sentó tan bien.

Strange Darling es visual y narrativamente audaz

La película sitúa su peligrosa historia en un mundo deslumbrante y colorista

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Strange Darling es una película oscura, sangrienta y a contracorriente. Es la combinación definitiva de sexo y violencia. En manos de cualquier otro director o servicio de streaming, Strange Darling sería un paisaje infernal monocromático de negro, gris y quizá azul o marrón para transmitir una desesperación nihilista. Sin embargo, y afortunadamente, es producto de Mollner, que desde el principio tenía en mente una paleta y un estilo visual definidos. Empleó a su productor y director de fotografía, Giovanni Ribisi, para dar vida a esta visión única.

En la última década, muchos géneros denominados "serios" -acción, drama, ciencia ficción, terror y suspense- se han desaturado enormemente, tanto en la gran pantalla como en la televisión. Esta tendencia al color -o la ausencia de ella- se hizo patente durante el malestar financiero y social en todo el mundo, y los medios de comunicación reflejaron, y tal vez perpetuaron, este estado de ánimo sombrío dentro de la colectividad. Sin embargo, en los pocos años que siguieron al nadir de la pandemia del COVID-19, se ha producido un cambio de tendencia, liderado por los creadores y directores más emprendedores, hacia paletas más experimentales, para complementar una narrativa más creativa. Strange Darling es una de esas películas, y quizá marque nuevas tendencias para el resto de la década.

Strange Darling no es sólo brillante. Está bien iluminada, es vibrante y rebosa vida. En cada plano hay al menos un color primario -rojo, amarillo, verde o azul- que atrae inmediatamente la mirada. Las macetas y las flores de la idílica casa de campo de los montañeses son rojas, amarillas y verdes. La Dama y el Demonio destacan con sus vívidas ropas rojas mientras caminan por un soleado bosque de verde follaje y suave luz amarilla. El sórdido motel en el que comienza la acción está bañado por la luz azul del letrero de neón, con toques rojos en el parterre y en la peluca carmesí de la Señora, que rompen la unidad monocromática. A medida que aumenta la violencia, la Señora y el Demonio dejan un rastro de destrucción roja en un mundo amarillo y verde, por lo demás soleado y alegre.

Hay un gran parecido con el terror en technicolor de Suspiria (1977) de Dario Argento. Esta película giallo clásica es un cuento de hadas chillón y magnífico de muertes improbables y amenazas sobrenaturales inexplicables y ambiguas. El uso de colores primarios brillantes en la película resultaba francamente intimidatorio. Strange Darling es un poco más sólida en su presentación, pero no por ello deja de ser una sacudida para los sentidos o el subconsciente. El rojo, el color del peligro, es el tono más omnipresente, y su presencia constante -y su asociación con un personaje- es una señal del peligro y la traición que se avecinan. El color es tan importante en esta narración que la película termina tal y como empieza, fundiéndose en blanco y negro. La pesadilla, por hermosa que sea, debe llegar a su fin.

Strange Darling es una hermosa pesadilla

El estilo americano de la película y un diseño de sonido de ensueño crean una estética única

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Strange Darling es una de las películas más bellas de la década de 2020. Es una historia oscura ambientada en un lugar luminoso y hermoso. Mollner se inspiró en el retrato bonito, pintoresco y engañosamente corrupto de la América clásica de Lynch, con su exuberante escenario pastoral, carreteras rurales abiertas, parterres en flor, moteles empapelados con carteles de neón, coches elegantes y desayunos calóricos. Combinada con la etérea banda sonora dream pop del compositor Z Berg, con letras inquietantemente apropiadas, el resultado es una hipnótica pesadilla color crayola. Ver Strange Darling es como experimentar un delirio febril. Es enfermizo, vertiginoso y de otro mundo. El mundo brillante, bello y vibrante hace que la abyecta depravación de esta película sea aún más impactante, el giro aún más devastador y los alineamientos morales siempre cambiantes aún más desgarradores.

Mención especial merecen la banda sonora y el diseño de sonido. Al igual que el trabajo de cámara de Ribisi evoca la nostalgia, la banda sonora de Z Berg evoca la añoranza lejana y la ensoñación. Los paisajes sonoros de Strange Darling , que reflejan los suaves efectos visuales y los colores veraniegos de la película, son enervantes, relajantes e hipnóticos, inspirados en las melancólicas composiciones de Angelo Badalamenti para Twin Peaks. La canción principal de la película, "Love Hurts", suena como el gemelo malvado de "Falling" de Badalamenti, especialmente cuando se yuxtapone con la sexualidad y la violencia escabrosas de las secuencias fundamentales de la habitación del motel. Por supuesto, como la propia película, las bonitas piezas pop de Berg tienen garra. Las letras oscuras y mórbidas ilustran el subtexto retorcido y psicosexual de Strange Darling, un mundo donde los demonios vagan libres y la sangre salpica a los inocentes y a las flores cuidadosamente plantadas. Es lógico que los catárticos momentos finales de la película se narren en forma de canción, antes de que el colorido mundo se desvanezca en la negrura y se acabe la fiebre.

Strange Darling tiene todas las papeletas para convertirse en un clásico de culto. Tan eficaz es su giro, tan crucial es su narrativa inconexa, que los críticos y los pocos afortunados que han visto esta película antes de llegar a los cines insisten, casi como un evangelio, en que los espectadores entren en ella a ciegas. Sin contexto, sin prejuicios y sin pistas: hay que verla para creerla. Hoy en día, en la era del streaming y las redes sociales, abundan los spoilers, y el mundo del cine parece impulsado por el discurso, especialmente a medida que se devalúa la experiencia del cine. Sin embargo, Strange Darling, independientemente de dónde o cómo se vea, pide a su público algo que pocas películas han pedido últimamente: no saber nada.

Strange Darling pide al espectador que se deje llevar y disfrute del viaje, por aterrador que sea. Es como entrar en una montaña rusa con los ojos vendados y que te quiten las anteojeras en mitad de un bucle. Dice mucho que los fans de Strange Darling guarden con tanto celo sus mayores secretos y sorpresas. Puede que no perdure, al igual que el gran giro emocional de Ciudadano Kane acabó convirtiéndose en una referencia de la cultura pop. Sin embargo, vale la pena mantenerlo oculto por ahora. Si Strange Darling se convierte en un fenómeno de la cultura pop, su misterio se desvanecerá, pero no lo hará lo que la hace más atractiva: su juego inteligente y calculado con las expectativas y los sentimientos. Como dice la propia película: más vale malo conocido que malo por conocer.

Strange Darling está ahora en los cines.

Strange Darling
8 / 10

Nada es lo que parece cuando una retorcida aventura de una noche se convierte en la espiral de asesinatos de un asesino en serie.

Estudio
Miramax
Duración
97 minutos
Director
JT Mollner
Reparto
Willa Fitzgerald, Kyle Gallner, Barbara Hershey, Ed Begley Jr.
Pros
  • Las interpretaciones de los actores son excelentes
  • El giro argumental está bien ejecutado
  • Dirección artística elegante, nostálgica y colorista
  • La banda sonora y la partitura de ensueño son inolvidables
Contras
  • El acto final se alarga demasiado

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