Los 25 mejores momentos de la octava temporada de 'Juego de Tronos'
Antes de despedir de forma definitiva a la serie, cumplimos nuestra tradición anual con los 25 mejores momentos de la octava temporada de 'Juego de Tronos'
Con un tiempo prudencial desde que tuvo lugar el final de la serie de HBO que ha revolucionado la historia de la televisión, sus seguidores estamos tan centrados en dictaminar su final, que no estamos valorando la propia temporada cómo se debería. No con la atención que está generando en su condición de final definitivo como se nos ha presentado el final de Juego de Tronos, si no en cuanto a lo que verdaderamente nos ha ofrecido la temporada en sí, así como los méritos, virtudes, problemas y defectos que ha tenido realmente la octava temporada.
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No tanto por todo lo que se está cuestionando, respecto si David Benioff y D.B.Weiss han realizado un trabajo a la altura, o si por el contrario no han demostrado no ser capaces de cerrar la historia en cuanto no han dispuesto de un material original que trasladar a pantalla, sino porque se hace necesario hacer recapitulacion con todo lo que nos ha ofrecido esta última temporada de Juego de Tronos en sí. Se hace, para valorar con la suficiente distancia y superado ya el shock inicial que es lo que nos ha ofrecido, y si ha merecido o no la pena.
Para ello, algo más tarde de la cuenta, y sin saber muy bien que será de nosotros cuando la rebelión de las máquinas ocupe nuestro lugar, que menos que analizar todo lo que nos ha ofrecido esta última temporada, siendo fieles a la tradición de recopilar los mejores momentos de la temporada. Obviamente, SPOILERS del final de Juego de Tronos, y toda la octava temporada. Demostrando que no es ni mucho menos tan negativa la cosa como la pintan, estos son los 25 mejores momentos de la octava temporada de Juego de Tronos:
La Intro Final: En el último episodio de la séptima temporada de Juego de Tronos, Poza Dragón sirvió de escenario para disponer a todos los protagonistas de la serie en un sobre un mismo escenario, como si fueran piezas sobre un tablero de ajedrez (preparadas para dar comienzo a la partida final). Resultado de un viaje de casi diez años, durante los cuales los hemos acompañado a través de diferentes rincones del mundo de fantasía creado por G. R. R. Martin, aquella era básicamente la forma de la serie de decirnos que se había acabado el deambular por los diferentes lugares que han marcado el mapa qué servía de introducción a cada episodio, y que todo estaba listo para el gran final. Identifica en cada uno de los 6 episodios, la introducción de la octava temporada de Juego de Tronos era ya una declaración de intenciones de qué la serie iba a ir al grano, potenciando esa idea de la séptima, al centrar lo todo en solo dos frentes. Invernalia, la ciudad desde la que el ejército de los vivos haría frente a la muerte, y Desembarco del Rey; dónde la reina Lannister se aferraba a su poder, aunque eso supusiera traicionar al resto de la humanidad. Con la brecha del muro y el ejército del Rey de la Noche caminando hacia Invernalia, la intro final era la forma de la serie de HBO decirnos que todo lo desarrollado durante estos nueve años se condensaría en estos dos frentes.
Cerrando el Círculo: Hace nueve años, las tropas del rey Robert marchaban a Invernalia para encontrarse con los Stark. El joven Bran Stark trepaba por las almenas, mientras que su hermana Arya contemplada la comitiva de los soldados como quién acaba de entrar en una tienda de regalos. En la octava temporada la idea de final de círculo ha estado muy presente, hasta el punto de que hemos vuelto a revivir esta escena, en este caso con el joven Ned Umber ocupando el lugar de Bran, y Arya contemplando la llegada de Daenerys Targaryen junto a su hermano Jon Snow, sus dragones y su ejército, con la misma expresión que contemplará entonces la llegada del rey Baratheon y los suyos. Un eco con el que las emociones de aquellos primeros capítulos irrumpen de golpe en estos últimos pasos antes del gran final, junto a toda la historia desarrollada entre ambos momentos para hacernos revivir todo lo que hemos vivido durante estos nueve años en un solo instante. Pero que sirva para recordar el comienzo del viaje, a través de reencuentros que seguirán apelando a aquella casilla de salida -cómo el encuentro entre Bran y Jamie Lannister-, la serie también nos recuerda qué ya no estamos allí. Y si aquel entonces el joven Bran vivió, ahora el joven Ned -nombre maldito- Umber se convierte en la primera gran víctima del ejército de la muerte, marchando a Invernalia para acabar con los vivos.
En Blanco y Negro: El uso de la simbología y la narrativa visual de esta última temporada de Juego de Tronos ha alcanzado una de las cotas más altas de lo que se ha visto en toda la serie. Ya el mero hecho de que -en su llegada a Invernalia- Daenerys Targaryen y Jon Nieve estuvieran acompañados por la dicotomia binaria del blanco y negro, debió servirnos de advertencia de que todo acabaría girando alrededor de estos dos, como un yin y yang sobre el que reposa esa idea de La Canción de Hielo y Fuego con la que G.R.R. Martin concibio su historia.
Recordando al Rey Joffrey: Entre estos reencuentros que tienen lugar a lo largo de la octava temporada, y qué sirven para dar broche a los nueve años de relatos de los que hemos sido testigos, uno de los momentos cumbre es sin duda el reencuentro entre Sansa Stark y Tyrion Lannister. Obligados a casarse durante su cautiverio en Desembarco del Rey, el primer encuentro entre Sansa y Tyrion en Invernalia deja claro desde el principio que la Stark dista mucho de ser aquella muchacha indefensa que conocimos, a través de un acidisimo comentario plagado de humor negro (y que a la vez ilustra la perfección cómo -aún con todas las calamidades que cometieron en su contra- Tyrion nunca ha dejado de querer a su familia). Cuando Sansa comenta al Lannister el tiempo que ha pasado desde la última vez que se vieron, durante la boda de su sobrino Joffrey, este lo describe como un acontecimiento atroz, a lo que está responde de forma incluso cruel "tuvo sus momentos", con una sonrisa perversa que hace clara referencia a la muerte de Joffrey. Esta crueldad despiadada tan impropia de aquella Sansa, pero a la vez tan natural de la que encontramos ahora, se ve subrayada por la forma en la que la actriz Sophie Turner se hace dueña de ella, expresandose de una forma que recuerda poderosamente a la de una de sus grandes mentoras. Expresándose con la misma mordacidad incisiva con la que lo habría hecho la Cersei Lannister que conoció en Invernalia, en aquel tenso primer encuentro que tuvieron en Invernalia.
“Tu madre es Lyanna Stark; tu padre, Rhaegar Targaryen”: El final de la séptima temporada de Juego de Tronos nos dejó como gran colofón la toma de conciencia del verdadero linaje de Jon Snow. Ahora solo faltaba que el propio Jon fuera conocedor del mismo, algo que no tarda en ocurrir, ya desde el primer episodio de la octava. Pero es importante también como ocurre. No solo por la gravedad que se otorga al momento en el que Samwell Tarly otorga la revelación a su amigo y antiguo compañero de la Guardia de la Noche, sino también por cómo se da pie a esa situación. Situación que se produce después de que Sam haya podido presenciar el verdadero rostro de la reina Targaryen. Una reina sin compasión qué aniquilado a toda su familia, simplemente por no ofrecerle pleitesía. Revelándole a Jon Snow su legado, Sam no lo está haciendo como mero dato dinastico, sino señalándolo como verdadero rey. El verdadero heredero del trono. El de la verdadera legitimidad. El rey que de verdad necesitan, frente al aspirante, que tras su fachada de la liberadora esconde una naturaleza cruel y terrible.
Sansa vs Daenerys: De intento de acercamiento amigable, por toda la vinculación familiar que las une, a feroces adversarias condenadas a enfrentarse, la creciente tensión entre una Sansa Stark decidida a mantener la independencia del norte, y una Daenerys Targaryen poco dispuesta a que nadie discute su soberanía total ha sido uno de los puntos fuertes de la temporada, y que no solo ha sido crucial de cara aprovechar las circunstancias que nos han llevado hasta la conclusión de la serie, sino que nos ha ofrecido momentos tan inolvidables como ese cruce de manos, que acabaría convirtiéndose en el punto de no retorno.
El Ordenamiento de Lady Brienne de Tarth: La calma antes de la tempestad qué supondría el episodio de La Larga Noche sin duda nos permitió disfrutar de grandes momentos de interacción de personajes, destacando el momento que tiene lugar en uno de los salones de Invernalia, en el que se reúnen Tyrion, su hermano Jamie, Lady Brienne, su escudero Podrick, Sir Davos y Tormund Matagigantes. Un encuentro que no solo nos permite disfrutar del momento en el que Podrick nos deleita con la canción de Jenny de Piedrasviejas -mientras acompañamos en sus pequeños momentos de intimidad a todos los protagonistas reunidos en Invernalia, se preparan para la guerra- sino también el emotivo momento de tres en el que rechazar las tradiciones que impiden que Brienne sea ordenada como caballero, Tormund acaba siendo inadvertidamente el detonante para que Jaime decidan tomar cartas sobre el asunto, y nombre a su compañera de viaje caballero. El momento es significativo por varias razones. La primera de ellas, por volver a dejar clara -a pesar de su consideración de "salvaje"- la grandeza de Tormund frente a las caducas tradiciones estériles de los Siete Reinos, aunque en este caso se vuelva en su contra, al brindarle a Jamie Lannister los medios para que pueda adelantarle en sus intenciones con Brienne. En segundo, y más importante, por todo lo que supone para Brienne de Tarth, qué cumplido ahí el sueño que ha estado persiguiendo durante toda su vida. Tercero, por lo que supone para Jamie y su relación truncada con su hermana Cersei. En un mundo ideal Jamie y Cersei habrían sido caballeros y amantes, probando su arrojo y valía en los campos de batalla de los Siete Reinos. Por desgracia Cersei nunca pudo acompañar a su hermano en su camino como caballero, tal y como ella misma relatase en las primeras temporadas de la serie, exponiendo que le tocó seguir el camino de dama, y contraer matrimonio con un hombre que no amaba. Permitiendo que Brienne alcanzará su sueño, ese mismo sueño que su hermana Cersei nunca pudo haber cumplido, Jamie tuvo la oportunidad de atender una herida abierta que la había perseguido durante demasiado tiempo, aunque inevitablemente avivase también el impulso que le condujo hasta su destino final.
La Larga Noche: A pesar de las críticas por la escasa visibilidad del episodio, no queda duda de que la tensión generada por esa caída de los jinetes dothrakis en su carga contra el ejército de los muertos, y la posterior invasión de estos contra las filas de los Inmaculados y los hombres del norte nos ofreció una intensidad qué pocas veces se ha podido vivir en una batalla del cine o televisión.
“Eres un buen hombre, Theon Greyjoy”: De todos los antihéroes de Juego de Tronos ninguno ha tenido un camino tan accidentado como el de Theon Greyjoy. Siempre el cachorro herido tratando de atender sus inseguridades queriendo aparentar ser más de lo que en realidad era, tras sobrevivir a su catastrófica caída en los infiernos en manos de Ramsay Bolton finalmente tendría oportunidad de redimirse de todos sus errores, entregando su vida protegiendo al último hijo de los Stark. La despedida de Bran, antes de que Theon se lanza se a su sacrificio final contra el Rey de la Noche sin duda merece el honor de quedar a la posteridad como uno de los momentos más emotivos de la serie.
Hoy no: Durante siete temporadas hemos acompañado a Arya Stark en su viaje para obtener las armas necesarias para defenderse a sí misma y su familia frente a un mundo lleno de peligros y hostil. Un viaje a través de la senda de la muerte, durante el que haria tuvo que enfrentarse a su propia sed de venganza para encontrarse a sí misma, tener claro que no era esta ansia de sangre lo que la guiaba, sino la necesidad de proteger a su familia. De disponer de las herramientas que la permitieran detener a la misma muerte si fuera necesario, para salvar a los suyos. Esto es exactamente lo que ocurre, cuando armada con su puñal, Arya Stark frena al ejército de los muertos, acabando con la vida del Rey de la Noche al disponerse este a reclamar la de su hermano Bran.
El Fin de la Casa Mormonth: Pocos personajes han mostrado más dedicación y entrega que la de Jorah Mormont a la hora de proteger a su amada Daenerys Targaryen. La Larga Noche es especialmente trágica para su familia, al suponer no solo su muerte, sino también de la ultima heredera Lyanna Mormont. Es hasta difícil quedarse con uno solo de estos momentos, ya sea con la valentía de la pequeña Lyanna -falleciendo tras acabar con la vida de uno de los gigantes del ejército de los muertos- o Jorah derrumbándose en los brazos de su amor tras dejarse hasta su último aliento de vida protegiéndola, pero de lo que no cabe duda es que pocas familias han demostrado tanto tenacidad y fiereza a la hora de defender aquello en lo que quieren como los Mormont, y que su trágico final está a la altura de esta.
La Caída de Daenerys Targaryen: Independientemente de si como Varys lo viste venir, o si como Tyrion y Jon Snow pasasteis por alto todos los indicios hasta el momento en el que os acabo estallando en la cara, de lo que no hay duda es que la octava temporada se ha volcado en cuerpo y alma, a la hora de hacer que los sueños de Daenerys Targaryen se convirtieran en los propios responsables de su caída. Un descenso de las alturas anunciado, y con el que -si bien ya se habían plantado semillas durante las siete anteriores temporadas- no ha comenzado a comprarse su frutos hasta esta. Tras una primera temporada de renacimiento como la heredera Targaryen empeñada en reclamar el legado del rey loco y otras cinco vagando en busca de sí misma -para encontrar las armas que le permitieran reclamar el objeto de su ambición-, tras una séptima temporada en la que Juego de Tronos básicamente permitió a Daenerys superar esa barrera qué en forma de mar Angosto la separaba de los Siete Reinos, la octava la ha terminado sacando de Rocadragon, para enfrentarla a la idea de que todo lo que perseguía no era sino una fantasía condenada a hacerla pedazos. Desde Essos, Daenerys Targaryen vivía creyéndose a sí misma a la legitima reina. Daenerys vivía pensando que la gente de poniente aclaramaria su llegada, reivindicando el trono para detener. Daenerys vivía pensando que encontraría el mismo amor que todos aquellos que la acompañaron en su viaje depositaron en ella. Lo que encontró sin embargo, fue a unos tercos hombres del norte que no parecía muy dispuestos a abrirse a su amor, gente que como Samwell Tarly no parecían tomarse demasiado a bien el que redujese su familia a cenizas -cuando solo estaba llevando a cabo su derecho como legítima reina- y el descubrimiento de que quizás ni siquiera tenía derecho alguno a reclamar el trono. ¿Cómo podía seguir persiguiendolo, si toda esa búsqueda se basaba en que era la última heredera de los Targaryen, y de repente había otro miembro de la dinastía por delante de ella en la sucesión al trono? ¿Qué sentido tenían todos los sacrificios que había hecho, sí fueron en virtud de una gran mentira? Una mentira que se contó a sí misma, para embarcarse en una búsqueda de poder, qué ciudad trás ciudad la llevo hasta aquello que tanto había ansiado, para descubrir que aquellos con los que encontraría la felicidad, no solo no lo amaban, sino que no la necesitaban y no tenía derecho alguno para reclamar el trono (ya que los hombres de poniente tenían un auténtico verdadero rey). Desde su primera colisión con los hombres del norte, la traición de los Lannister, los constantes choques con Sansa Stark, el traumático encuentro con Samwell Tarly, el descubrimiento de la verdadera identidad de Jon Snow, la progresiva perdida de Viserion, Sir Jorah Mormont y gran parte de sus fieles suponen un proceso de fragmentación progresiva, patente especialmente en el cuarto episodio de la quinta temporada de Juego de Tronos. Escenas como la de la aplastatante soledad a la que se enfrenta Daenerys Targaryen durante una celebración en la que es Jon Snow quien recibe el clamor de los presentes, o el momento de intimidad entre los dos protagonistas de Juego de Tronos, en el que la energía se acaba exponiendo de forma descarnada sus peores miedos, instándole egoístamente a Jon Snow que no revele su verdadera identidad a nadie más. Desgraciadamente para la reina dragón su caída en los abismos no acaba ahí, siendo la inmediata muerte posterior de Rhaegar acaba siendo el mazazo definitivo que arroja a Daenerys a su momento de máxima vulnerabilidad, tras el que ni siquiera es capaz de encontrar la fuerza para afrontar a la Flota de Hierro. Como ya hemos visto con ella en otras ocasiones, Daenerys no se quedará en el fondo sin más, sino que no tardarán resurgir y como frente a la Casa de los Inmortales, el Khalasar y los insurrectos de Meereen, su regreso será terrible.
“Nunca fui un Stark”: A lo largo de la toda la octava temporada, Jon Snow se ve en un constante conflicto, al abandonar su condición de bastardo, y tener que decidir entre su herencia Stark y su herencia Targaryen. Un legado que no deja de representar ese conflicto entre mantenerse fiel a la familia con la que se ha criado, y el pasional e incendiario amor por la reina a la que ha jurado su eterna devoción. El encuentro con sus hermanos bajo el arbol de los ancestros es uno de los momentos clave dentro de este conflicto, en el que sus hermanos no se mostrarán dispuestos a dejarle y sin más con la recién llegada reina dragón.
Dracarys: Sabiendo que llegaría, desde el momento en el que Cersei Lannister decidió no mantenerse fiel a su promesa de enviar las tropas de Desembarco del Rey para que apoyarán Daenerys Targaryen y los hombres del norte en la lucha contra el ejército de los muertos, la ejecución de Missandei frente a la comitiva de Daenerys, supone el punto de no retorno al conflicto de la reina Lannister contra ella. Una espada en la tierra, qué marca la línea tras la que no hay vuelta atrás, y qué cobra forma con una voz llena de odio, cuando las últimas palabras de la consejera y amiga de Daenerys, no son de despedida ni para su amado Torgo Nudho ni su liberadora y mentora, sino con una petición muy clara: Dracarys. Quemalos a todos, Daenerys. Quemalos a todos.
La Ejecución de Varys: Si -como resultado la espiral que había estado recorriendo durante toda la temporada- la muerte de Rhaegar marca el punto más bajo de Daenerys Targaryen, y la de Missandei en el que se determina a no dejar que sus enemigos usen su amor y su compasión en su contra, la decisión de ejecutar a Varys por traición completa su transformación, abandonando toda humanidad para erigirse como la terrible reina dragón en todo su implacable esplendor. Incluso la narración visual de la serie lo plasma a través del lenguaje cromático, al perder el personaje su vestimenta blanca que llevaba luciendo durante toda la temporada, para vestir íntegramente de negro. En el caso de Varys, a lo largo de la serie se nos había mostrado como alguien cuya dedicación estaba íntegramente volcada en el pueblo, no es mandatarios que podrían dejarse llevar por intereses egoístas, crueles o mezquinos. Matar a Varys por cuestionar su mandato es el equivalente a usar todo el dolor, frustración y odio que venía arrastrando a consecuencia de todo lo padecido durante la temporada, y ponerse a sí misma por encima de la voluntad del pueblo. Algo que ya hizo al pretender silenciar la verdad sobre la identidad de Jon Snow, y que de nuevo debemos cometer de forma mucho más cruenta, en una secuencia en la que tanto ella como su entregado Snow se nos muestran en un terrible fondo negro, antes de que las fauces de Drogon emerjan de las sombras para calcinar a Varys.
Daenerys Desatada: Enfrentamiento final de las fuerzas de Daenerys Targaryen contra la capital de los Siete Reinos custodiada por Cersei Lannister, 'Las Campanas' supone además la culminación del viaje de transformación de la primera de ellas en la reina dragón. Todo a través de un capítulo que sabe manejar de forma perversa nuestras emociones, haciendo que aquellos que todavía no se habían dado cuenta en cómo estaba cambiando Daenerys pasen de aclamarla viendo cómo arrasa con la flota de hierro, la compañía dorada y las defensas de Desembarco del Rey, a verse sobrecogidos del horror, cuando el odio visceral que Daenerys siente en esos momentos hacia esa meta que le ha costado tanto acabé llevándose su cordura, dando pie a una monstruosa masacre, en la que aquellos a los que creíamos los héroes acaban convirtiendose en terribles verdugos contra las vidas de los habitantes de Desembarco del Rey.
“Soy el hombre que mató a Jaime Lannister”: Hay personajes que nacen para ser amados. Otros que nacen para ser odiados. Recibido como una adición no bienvenida desde el momento de su incorporación a la serie, Euron Greyjoy ha sabido asumir bien este último papel, llevándolo hasta sus últimas consecuencias, despidiéndose como aquel que propiciaría la puñalada mortal que condenaría sin remedio a Jamie Lannister, en su intento de salvar a su hermana Cersei. Su despedida, por la sangre brotando de su cuerpo de forma incontenible, riendo mientras afirma ser el hombre que mató a Jamie Lannister, refleja a la perfección a un personaje cuya función principal en la serie era la de regodearse en nuestro odio.
Cleagane Bowl: Uno de los momentos más esperados de la serie, la confrontación final entre El Perro y La Montaña no decepcionó a nadie, siendo el enfrentamiento brutal, sangriento y fraticida que todos esperábamos. Sandor Cleagane incluso tuvo su momento de despedida emotiva de Arya Stark, al darle la oportunidad de abandonar definitivamente la senda de la muerte, y aferrarse a lo que aún conservaba de vida, para no convertirse en un monstruo incapaz de encontrar felicidad como él. Su hermano Gregor de mostrarse en todo su aterrador ser, no solo mostrando su retorcida forma bajo la armadura, sino todo el alcance de esa brutalidad incapaz de conocer ningún tipo de afecto, final o contención.
El Fin de los Lannister: Siempre los amantes, Cersei Lannister y su hermano Jamie encontrarían su final, mostrando su lado más humano y vulnerable, tras despojarse de sus caretas de villanos intratables. Un proceso que se ha llevado a cabo durante las ocho temporadas, y qué tal has empujado a Cersei a la deshumanizacion más absoluta, ha terminado mostrando que bajo la corona de espinas seguía siendo la misma leona herida que había sufrido tanto en la vida, que no tenía más opción que aferrarse ferozmente a lo poco que quedaba. El final de los dos hermanos, con Desembarco del Rey desplomándose sobre ellos, de forma similar a como los Castamere encontraron su final a manos de su padre -tal y como se relata en las Lluvias de Castamere- supone el fin de su dinastía, con Cersei abrazándose al deseo de que su hijo pudiera haber llegado a vivir, mientras Jamie lo hacía ella, afirmando que no importaba nada, salvo los dos, y el tenerse en uno al otro mientras afrontaban el fin de sus días.
La Caída de Desembarco del Rey: Con la capital de los Siete Reinos desmoronándose bajo el fuego de Daenerys Targaryen, y ella decidida a dejar atrás ese camino pirrico de la venganza, el intento de huída de Arya Stark de Desembarco del Rey junto a las pobres almas a las que trata de ayudar, es lo más parecido al género de horror que ninguna superproducción de estas características ha ofrecido nunca. Todo un angustioso acto final salido del Apocalipsis, en el que los muros caen, las casas arden y la carne se derrite frente al fuego de dragón íbamos a la más implacable heroína de Juego de Tronos luchar desesperadamente para salvar su vida, mientras la muerte le pisa los talones a cada paso que da.
La Reina Dragón: Quedando para la posteridad como una de las imágenes más impactantes de toda la serie, la estampa de Daenerys Targaryen en la cúspide del zigurat levantado sobre las ruinas de Desembarco del Rey, mientras las alas de Drogon se agitan a su espalda como si fueran suyas propias resume a la perfección el viaje de un personaje que comenzó con las mejores intenciones, pero que en su obsesión por un poder que ni siquiera le pertenecía ha terminado convirtiéndose en el monstruo del que siempre renegó.
Tyrion Lannister vs Daenerys Targaryen: La persona más minúscula de los Siete Reinos, el enano oveja negra de los Lannister, aquel cuya presencia entre una de las familias más poderosas de Poniente era visto como una mancha en su linaje, y que cuando tuvo oportunidad se probó como el más entregado defensor de la gente del reino. Un defensor improbable que salvó a la ciudad de ser saqueada por Stannis Baratheon durante la batalla de aguas negras, y que sin darse cuenta acabo condenándola a su destrucción, al confiar en Daenerys Targaryen como la reina que de verdad necesitamos. Porque el mayor problema de Tyrion siempre ha sido esperar demasiado de las personas. Ser optimista que creía que aquella prostituta contratada por su padre le quería de verdad, el que creía que Shae le amaba de verdad, el que pero yo a su hermana Cersei Lannister cuándo prometió ayudarles en la guerra contra los muertos y que de nuevo se enfrentó a la más dura y terrible realidad, cuando aquella reina a la que había estado apoyando mostro su más terrible rostro arrasando toda la capital. Pero si por algo no se deja amilanar es por los errores ni por el horror cuando está frente a él, dándonos uno de los momentos más intensos de la octava temporada de Juego de Tronos, al ser el único que se atreviera a oponerse abiertamente a Daenerys Targaryen en su trono de muerte.
Rompiendo la Rueda: Fuerza renovadora de cambio Daenerys Targaryen llegó a poniente con la intención de romper la rueda. De cambiar un sistema que consideraba corrupto y bajo el gobierno de hombres mezquinos y miserables, que abusaban de su poder para hacer sufrir a su pueblo. Desgraciadamente la obcecación de Daenerys en esa misión acabo siendo tanta, que ella misma se convertiría en su propio monstruo, llevándose por delante las vida de cientos de miles de inocentes. Como todo fuego que llega para limpiar un terreno asfixiado por la materia muerta y corrupta, la llama de Daenerys tuvo que apagarse para que la vida pudiera volver a nacer. Pero aunque lo hiciera de trágica forma con la puñalada traicionera de su amante, la madre de los dragones cumplió su cometido, poniendo fin a la estéril lucha por el trono de hierro, aunque fuera su hijo Drogon quién se encargase de propinar el golpe de gracia fundiendo aquel monstruoso asiento real por el que tantos habían muerto.
¿Por qué crees que he venido hasta aquí?: Seguramente la escena más compleja y qué más se presta a analisis de toda la temporada, la reunión que tiene lugar -elipsis de por medio- tras la destrucción del trono de hierro, es el perfecto reflejo de unos siete reinos que se encontraban ante la destrucción del sistema de poder qué durante miles de años los había regido. Todo lo que ocurre en Pozadragon no es otra cosa que el intento de dar forma a un nuevo sistema de gobierno que no repita los vicios del anterior, encontrando su momento cumbre cuando Tyrion Lannister cree haber encontrado al candidato ideal para ser el nuevo rey. La respuesta de Bran Stark es el culmen perfecto a un viaje de nueve años que empezó con él preguntándole a su padre porque las cosas tenían que ser así -mientras esté ejecutaba al desertor de la Guardia de la Noche- como si de alguna forma sintiera que las cosas debían de cambiar. Y así ha sido finalmente cómo ha sucedido, con la instauración de un nuevo sistema político, bajo el cual se regirán los Reinos de poniente tras la ruptura de la rueda que Daenerys Targaryen vino a llevar a cabo.
El Libro Blanco: A pesar de ver cumplido su sueño de convertirse en caballero y consumar su amor con Jamie Lannister, Brienne de Tarth tuvo que verlo marchar al antaño Lord comandante de la Guardia Real con todo el dolor de su corazón. Ella fue la única que de verdad lo pudo conocer. Qué puedo descubrir cómo era en verdad el matarreyes, y toda la humanidad y el honor que el resto del mundo parecía empeñarse en haberle negado. La secuencia con Brienne completando la página de Jamie en el Libro Blanco supone un final perfecto para el viaje de ambos, haciéndole la justicia que todos los demás se empeñaron en arrebatarle.
La Nueva Vida: De la misma forma que Juego de Tronos empezó con los Stark, termina con los supervivientes de su clan cumpliendo los sueños que de alguna forma u otra habían perseguido. ¿Pero por qué ellos sí y el resto no? Porque solo la jauría de lobos que permanece unida sobrevive al invierno. Así se nos ha dicho durante diferentes momentos de la serie, y así sucede al final, mientras vemos a Bran Stark siendo desplazado en su nuevo trono de madera, Sansa Stark cumpliendo su sueño de convertirse en reina -sin necesitar ningún tipo de matrimonio para ello-, Arya Stark abandonando su Viaje al Este en busca de los caminos de la muerte -para viajar al oeste en busca de los misterios de la vida- y Jon Snow, el eterno guardián del muro, devuelto a su guardia, para reencontrarse con Tormund Matagigantes y Fantasma y perderse definitivamente entre los pueblos libres del norte. Y si en el primer episodio de la primera temporada los que se adentraban más allá del muro se veían sorprendidos por el ataque de la muerte, los que lo hacen ahora se encuentran con la vida surgiendo -en forma de tallo verde- bajo sus eternas Nieves. El colofón perfecto para un relato sobre transformación y renacimiento, donde los hijos han acabado ocupando el lugar de los padres, y que gracias a prepararse ante los retos que les tocaba hacer frente, han terminado suponiendo la supervivencia de sus casas.
Poniendo fin a una etapa en la que no solo 'Juego de Tronos' se acaba, sino también el repaso que año tras año os hemos estado trayendo durante varias temporadas de los mejores momentos de la misma, y que ahora concluye con nuestra etapa dentro de la web. Que vendrá ahora, nadie lo sabe, pero sea lo que sea, asegurémonos de disfrutarlo empapándonos con todo lo que nos ofrezca.